Una interesante entrevista publicada en la Revista el Abasto me envió Juan Manuel Castro. Dolina, habla sobre su visión del arte.
Entrevista a Alejandro Dolina sobre su visión del arte
"No creo que el arte surja de los garabatos de un tipo cuando habla por teléfono”
Son las doce y en las calles del Paseo la Plaza se ve un peculiar peregrinar de gente, no son otros que los fieles seguidores de La Venganza Será Terrible; el ciclo radial conducido por Alejandro Dolina. Quien junto a “Coco” Silly, Marcelo Rodriguez (Gillespie) y Patricio Barton llevan adelante el programa más exitoso de la noche. Durante sus dos horas, la sala donde se transmite el programa se transforma en un mundo aparte. Los espectadores gozan, ríen, se emocionan, siempre al ritmo de las más ágiles y desopilantes ocurrencias del Negro Dolina y su equipo de “caídos del catre”. Se crea una comunión digna de admirar, de contemplar y por qué no- también de dejarse llevar en esa invitación a contemplar lo artístico en primera persona entre el humor y la reflexión. Luego de terminar el programa es él, con su inmensa humildad, quien sigue deleitando a la gente: nunca niega una foto ni un autógrafo y se muestra alegre ante la alegría del público que se encuentra frente a frente con el hombre al que admiran tanto. Luego de hablar con su gente, revela su posición frente al arte; ese compañero que ya lleva años junto a él.
¿Cómo lleva usted el arte en su vida cotidiana?
“En la vida cotidiana nos llega poco. El arte llega a través de las lecturas, de decisiones que uno toma para convertirse en consumidor de arte por un lado y, si uno tiene mucha suerte, también en un artista. Pero la vida cotidiana, por qué negarlo, no contiene más que formas casuales del arte; formas casuales quiere decir arte al paso, tengamos en cuenta una obra de arquitectura... Pero más bien el arte es, quisiera pensar, una cuestión más que casual y más que cotidiana, una cuestión profunda y decidida: tanto en el consumo de obras artísticas como mucho más todavía, en el caso de que uno consiga producir una obra artística.”
¿Qué es lo que marca el final de sólo consumir arte para pasar a crearlo?
“No es necesario terminar con una actividad para empezar con la otra. Hay que pensar cuando uno empieza a creer que puede hacerlo, en general ocurre cuando uno es chico. No el poder hacerlo, pero el pensar que uno puede hacerlo, el soñar con poder hacerlo. En algunos casos, esta posibilidad aparece tempranamente. El caso de los niños prodigio. Los poetas por ejemplo, alcanzan su madurez rápidamente. Basta con fijarse en tipos que han escrito maravillas a los 22 años. Algunos músicos también son muy precoces. En cambio, otras formas artísticas como la pintura y la novelística por ahí tardan más en manifestarse plenamente. Así que muchas veces uno toma la decisión de ser artista cuando tiene cinco años y no produce una obra de arte nunca. Si uno tiene esa suerte, es decir la suerte de poder adiestrarse, de poder formarse, de poder gestar aunque más no sea un humilde hecho artístico, eso ya es un consuelo muy grande para la tragedia de vivir en la sociedad industrial; es una vida un poco difícil de sobrellevar para las personas que tienen un poco de espíritu. Pero el indicio de que hay una vocación artística para mí aparece muy temprano, en los chicos chiquitos.”
¿A usted le pasó así o se dio más de grande?
“A mí me ha pasado así. Eso no quiere decir que yo haya alcanzado algo (risas) pero las ganas me aparecieron bien temprano: en mi casa se leía mucho, se cantaba; había fuertes estímulos y por esa razón apareció temprano. Solamente apareció la vocación temprano, después tuve que remar bastante y quien sabe si he aprendido algo...”
¿Qué pasa con una persona cuando recurre al arte por la falta de otras cosas dentro de su vida?
“Eso pertenece al mundo de lo psicológico; eso nunca lo vamos a saber, ¿No? ¿El porqué canta un tipo? Y, a lo mejor canta porque le gusta... nos gusta imaginar que canta porque ha perdido un amor o porque no es feliz o está enfermo. De todas maneras, es cierto que algunas formas artísticas, como la poesía, generalmente se nutren, no se si de desdichas, pero sí de cosas que no están; de cosas que faltan. De faltas más que de sobras. El poeta casi siempre usa como arcilla para construir su canto la descripción de cosas que ha perdido: ha perdido el amor, ha perdido la ilusión, ha perdido la juventud, ha perdido la fe, ha perdido la patria... En cambio la poesía satisfecha, la poesía del hombre que ha conseguido todo en la vida es más rara y en general no tan buena.”
Schopenhauer hablaba en un libro de que los poetas de segunda categoría tenían vidas, quizá, más entretenidas...
“Sí, pero no es tanto lo que les pasa en la vida, porque las biografías muchas veces suelen estar bastante distantes a lo que uno puede pensar. Pero la arcilla que el tipo usa es una tristeza, por más que le vaya bien. El tipo trabaja con lo que no hay. Trabaja con la tristeza. Como trabajaban los griegos que eran tipos que sabían vivir. A lo mejor, eran tipos felices, pero trabajaban sus obras con la tristeza, con lo que faltaba; con lo que habían perdido, no con lo que habían ganado. Al margen de lo que les pasaba, no es que a uno le pase exactamente lo que escribe. Pero como material, como propuesta de trabajo siempre es más atractiva para un poeta la tristeza, la desgracia de no haber sacado la lotería.”
¿Le parece bien que cualquiera haga arte o requiere de algo especifico?
“No me parece ni bien ni mal. Me parece que en todas las disciplinas artísticas hay rigores que hay que aprender. Escribir novelas es algo que hay que aprender, no es que los chicos de 5 años escriben novelas, no se puede. Hay sí escuelas y momentos de la vida en que uno se expresa pero esto tiene un valor de educación, un valor higiénico, un valor psicológico pero no un valor artístico. Que los chicos se expresen con sus crayones está muy bien, es un aprendizaje, eso los ayuda a encontrar belleza, pero eso no es una obra artística. Ni las composiciones de segundo grado ni las poesías que le escriben los muchachos de la oficina a las minas que les gustan. Son cosas que tienen su mérito y su utilidad pero yo no creo que el arte surja espontáneamente de los garabatos que escribe un tipo cuando habla por teléfono.”
Requiere de todo un proceso...
“Claro que requiere de una dotación, una sensibilidad, porque si no la tenés por mucho que aprendas no te va a llevar a nada. Pero también de un aprendizaje que, según los casos, puede ser mayor o menor. Si uno tiene la suerte de ser un genio no necesita aprender mucho. Pero es preferible desconfiar, es preferible no creer ser un genio.”
¿Hay gente que nace siendo genio?
“Si, claro. A Mozart un día le preguntó un tipo -¿Cómo se hace una sinfonía? Y él le respondió que no le convenía comenzar con una sinfonía, «mejor mándese unos preludios, después una sonata. Trabaje, escriba algún cuartetito, tómele la mano al violín y después...» «Eh, como me va a decir eso si usted escribía sinfonías a los nueve años» le contestó el tipo. «Sí, pero yo no fui a preguntar cómo se hacían» contestó el músico. Él era Mozart, ésa es la cosa. Ahora, si uno es un tarado y se cree que es Mozart y renuncia a todo estudio, ésa es la peor noticia para el arte.”
Juan Manuel Castro
Fuente: revistaelabasto.com.ar
Entrevista a Alejandro Dolina sobre su visión del arte
"No creo que el arte surja de los garabatos de un tipo cuando habla por teléfono”
Son las doce y en las calles del Paseo la Plaza se ve un peculiar peregrinar de gente, no son otros que los fieles seguidores de La Venganza Será Terrible; el ciclo radial conducido por Alejandro Dolina. Quien junto a “Coco” Silly, Marcelo Rodriguez (Gillespie) y Patricio Barton llevan adelante el programa más exitoso de la noche. Durante sus dos horas, la sala donde se transmite el programa se transforma en un mundo aparte. Los espectadores gozan, ríen, se emocionan, siempre al ritmo de las más ágiles y desopilantes ocurrencias del Negro Dolina y su equipo de “caídos del catre”. Se crea una comunión digna de admirar, de contemplar y por qué no- también de dejarse llevar en esa invitación a contemplar lo artístico en primera persona entre el humor y la reflexión. Luego de terminar el programa es él, con su inmensa humildad, quien sigue deleitando a la gente: nunca niega una foto ni un autógrafo y se muestra alegre ante la alegría del público que se encuentra frente a frente con el hombre al que admiran tanto. Luego de hablar con su gente, revela su posición frente al arte; ese compañero que ya lleva años junto a él.
¿Cómo lleva usted el arte en su vida cotidiana?
“En la vida cotidiana nos llega poco. El arte llega a través de las lecturas, de decisiones que uno toma para convertirse en consumidor de arte por un lado y, si uno tiene mucha suerte, también en un artista. Pero la vida cotidiana, por qué negarlo, no contiene más que formas casuales del arte; formas casuales quiere decir arte al paso, tengamos en cuenta una obra de arquitectura... Pero más bien el arte es, quisiera pensar, una cuestión más que casual y más que cotidiana, una cuestión profunda y decidida: tanto en el consumo de obras artísticas como mucho más todavía, en el caso de que uno consiga producir una obra artística.”
¿Qué es lo que marca el final de sólo consumir arte para pasar a crearlo?
“No es necesario terminar con una actividad para empezar con la otra. Hay que pensar cuando uno empieza a creer que puede hacerlo, en general ocurre cuando uno es chico. No el poder hacerlo, pero el pensar que uno puede hacerlo, el soñar con poder hacerlo. En algunos casos, esta posibilidad aparece tempranamente. El caso de los niños prodigio. Los poetas por ejemplo, alcanzan su madurez rápidamente. Basta con fijarse en tipos que han escrito maravillas a los 22 años. Algunos músicos también son muy precoces. En cambio, otras formas artísticas como la pintura y la novelística por ahí tardan más en manifestarse plenamente. Así que muchas veces uno toma la decisión de ser artista cuando tiene cinco años y no produce una obra de arte nunca. Si uno tiene esa suerte, es decir la suerte de poder adiestrarse, de poder formarse, de poder gestar aunque más no sea un humilde hecho artístico, eso ya es un consuelo muy grande para la tragedia de vivir en la sociedad industrial; es una vida un poco difícil de sobrellevar para las personas que tienen un poco de espíritu. Pero el indicio de que hay una vocación artística para mí aparece muy temprano, en los chicos chiquitos.”
¿A usted le pasó así o se dio más de grande?
“A mí me ha pasado así. Eso no quiere decir que yo haya alcanzado algo (risas) pero las ganas me aparecieron bien temprano: en mi casa se leía mucho, se cantaba; había fuertes estímulos y por esa razón apareció temprano. Solamente apareció la vocación temprano, después tuve que remar bastante y quien sabe si he aprendido algo...”
¿Qué pasa con una persona cuando recurre al arte por la falta de otras cosas dentro de su vida?
“Eso pertenece al mundo de lo psicológico; eso nunca lo vamos a saber, ¿No? ¿El porqué canta un tipo? Y, a lo mejor canta porque le gusta... nos gusta imaginar que canta porque ha perdido un amor o porque no es feliz o está enfermo. De todas maneras, es cierto que algunas formas artísticas, como la poesía, generalmente se nutren, no se si de desdichas, pero sí de cosas que no están; de cosas que faltan. De faltas más que de sobras. El poeta casi siempre usa como arcilla para construir su canto la descripción de cosas que ha perdido: ha perdido el amor, ha perdido la ilusión, ha perdido la juventud, ha perdido la fe, ha perdido la patria... En cambio la poesía satisfecha, la poesía del hombre que ha conseguido todo en la vida es más rara y en general no tan buena.”
Schopenhauer hablaba en un libro de que los poetas de segunda categoría tenían vidas, quizá, más entretenidas...
“Sí, pero no es tanto lo que les pasa en la vida, porque las biografías muchas veces suelen estar bastante distantes a lo que uno puede pensar. Pero la arcilla que el tipo usa es una tristeza, por más que le vaya bien. El tipo trabaja con lo que no hay. Trabaja con la tristeza. Como trabajaban los griegos que eran tipos que sabían vivir. A lo mejor, eran tipos felices, pero trabajaban sus obras con la tristeza, con lo que faltaba; con lo que habían perdido, no con lo que habían ganado. Al margen de lo que les pasaba, no es que a uno le pase exactamente lo que escribe. Pero como material, como propuesta de trabajo siempre es más atractiva para un poeta la tristeza, la desgracia de no haber sacado la lotería.”
¿Le parece bien que cualquiera haga arte o requiere de algo especifico?
“No me parece ni bien ni mal. Me parece que en todas las disciplinas artísticas hay rigores que hay que aprender. Escribir novelas es algo que hay que aprender, no es que los chicos de 5 años escriben novelas, no se puede. Hay sí escuelas y momentos de la vida en que uno se expresa pero esto tiene un valor de educación, un valor higiénico, un valor psicológico pero no un valor artístico. Que los chicos se expresen con sus crayones está muy bien, es un aprendizaje, eso los ayuda a encontrar belleza, pero eso no es una obra artística. Ni las composiciones de segundo grado ni las poesías que le escriben los muchachos de la oficina a las minas que les gustan. Son cosas que tienen su mérito y su utilidad pero yo no creo que el arte surja espontáneamente de los garabatos que escribe un tipo cuando habla por teléfono.”
Requiere de todo un proceso...
“Claro que requiere de una dotación, una sensibilidad, porque si no la tenés por mucho que aprendas no te va a llevar a nada. Pero también de un aprendizaje que, según los casos, puede ser mayor o menor. Si uno tiene la suerte de ser un genio no necesita aprender mucho. Pero es preferible desconfiar, es preferible no creer ser un genio.”
¿Hay gente que nace siendo genio?
“Si, claro. A Mozart un día le preguntó un tipo -¿Cómo se hace una sinfonía? Y él le respondió que no le convenía comenzar con una sinfonía, «mejor mándese unos preludios, después una sonata. Trabaje, escriba algún cuartetito, tómele la mano al violín y después...» «Eh, como me va a decir eso si usted escribía sinfonías a los nueve años» le contestó el tipo. «Sí, pero yo no fui a preguntar cómo se hacían» contestó el músico. Él era Mozart, ésa es la cosa. Ahora, si uno es un tarado y se cree que es Mozart y renuncia a todo estudio, ésa es la peor noticia para el arte.”
Juan Manuel Castro
Fuente: revistaelabasto.com.ar
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