Un chalecito con ladrillos de Nabucodonosor
Por Juan Sasturain
Alejandro Dolina, nacido famosamente en Baigorrita (Buenos Aires), en 1945, es entre otras cosas un notable escritor, a la vez popular y secreto. Seamos obvios: como la carta robada del relato de Poe, está tan a la vista que para muchos es más fácil no verlo, no reparar en él. Y precisamente se trata de eso, de reparos. El artista Dolina –como sucedía con Da Vinci o Antonio Sastre*– sabe hacer modesta y talentosamente de todo y en todo se esmera y gana sin competir y sin que se note. Escribe tanto como compone, canta y habla por radio. Hace demasiadas cosas (bien) para no despertar sospechas de impostura. Sin embargo, a contrapelo del prejuicio que hace que suela leérselo con necia condescendencia o estúpida miopía, ha ido elaborando una obra literaria absolutamente original y coherente, saturada de humor, buen gusto e inteligencia. Las Crónicas del Angel Gris (1988), la opereta Lo que me costó el amor de Laura (1998), El libro del fantasma (1999) y los cuentos de El bar del Infierno (2005) son botones de muestra de un chaleco lujoso.
En las populares Crónicas del Angel Gris, uno de los mejores libros argentinos de la década, reunió textos destilados durante muchos años y en gran parte diseminados –pecado capital para ciertos cancerberos de la literatura– en publicaciones periódicas de humor. En una Advertencia inicial, memorable por su justeza –como Borges y Walsh, Dolina hace del prólogo una lectura sagaz, una forma única– define esas “notas, crónicas y fragmentos compilados” como un “chalecito edificado con ladrillos de Nabucodonosor”. Exactamente eso: la (aparente) humildad de la empresa, la soberana excelencia de los medios.
Dolina, en la tradición de Macedonio, Marechal y otros clásicos de acá y de más lejos, ha escrito/pensado enormidades como si hiciera –o haciendo– chistes. “El error de hacer reír” tituló Soriano respecto del talento ninguneado de Stan Laurel. “El error de no saber leer” decimos en esta presentación, que quiere invitar a mirar lo ya visto, escuchar lo apenas oído. Los textos que siguen son de Crónicas del Angel Gris.
No se pierdan a Dolina.
* Crack de Independiente de la época de oro.
Fuente:http://www.pagina12.com.ar/diario/verano12/23-138462-2010-01-14.html
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