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La Coctelera: Quiero casarme con un guardafaros - edición 2007 - Catálogo de obviedades acerca de Alejandro Dolina

Catálogo de obviedades acerca de Alejandro Dolina

Ayer fui a la foto de la revista GENTE, de los personajes del año. Me tocó la parte del ganchito. --ALEJANDRO DOLINA
MENTES BALDÍAS, VOCABULARIO EN BANCARROTA
Cinco noches a la semana, Alejandro Dolina toma el micrófono y comparte un juego con sus oyentes. En la primera parte de su programa juega a contar historias ajenas, que suelen provenir de variadas mitologías (celta, escandinava, griega, americana y demás) o de un surtido de conocimientos que harían avergonzarse al finado Isaac Asimov, de volver éste de la paz de los sepulcros. Sin embargo, el Negro (al igual que Sábato) desconfía de la "divulgación científica", y de vez en cuando nos lo recuerda –aunque eso no es obstáculo para que el tipo nos inicie en los mitos nórdicos, la anagnórisis como recurso teatral, las teorías de Darwin, la vida sentimental de Bernard Shaw o la gastronomía en la Grecia clásica. "El libro de texto de historia no funciona. Si yo digo: bueno, hoy vamos a hablar, qué sé yo, de la Revolución Francesa. Antecedentes de la Revolución Francesa, dificultades, el viejo régimen; eso no camina... No basta con contar una vida y dar unas fechas, sino que es necesario sostenerlo con las mismas estructuras que sostienen, pongamos por caso, una obra teatral. Hay un conflicto, hay un tipo que ama a una mujer que no lo quiere. Entonces ahí funciona. Y por ahí usamos los mismos datos..." [i]
En la segunda parte, se dedica a improvisar historias que tienen su punto inicial en una fugaz lectura de algún recorte de alguna vieja revista femenina, creando un mundo absurdo a partir de un artículo acerca de cómo eliminar las manchas de la pared, por ejemplo. Dolina prescinde de todo artificio: no hay efectos de sonido, no hay impostaciones. Es un constante ejercicio de la imaginación. "Una cosa que es absolutamente lateral se vuelve central. El tipo está hablando de las caminatas y por ahí menciona la posibilidad de que aparezca un animal salvaje, y empezamos a hablar de animales salvajes en general, y por ahí alguien menciona una escopeta y se habla de escopetas, y por ahí alguien dice que tiene una escopeta en su casa y que la usa para cuando viene el cartero, y después se habla del cartero y de Miguel Strogoff, y ya la revista se fue." [ii]
Dolina encarna personajes miserables, patéticos, desesperados, necesitados de amor, ridículos, malvados, amables, dementes:
DOLINA: -Conocí a una dama; estaba esperando para el dentista. Yo traté primero de seducirla aparentando valor, ¿no?
ROLÓN: -Ajá.
DOLINA: -Yo en el dentista aparento valor. Me senté y la vi; yo llegué y ella ya estaba esperando, leyendo una revista del año 39. Entré: buenas tardes... ¡Je!, dije, así como quien hace un comentario para sí mismo, ¡estoy pasmado del valor que tengo! ¡No siento ni el menor atisbo de temor, a pesar de estar en vísperas de la atención del dentista! Dije yo, haciendo mucha fuerza para no desmayarme. Bueno, empecé a tratar de seducirla con el valor que yo tenía. ¿Adónde está ese torno? ¡Vengan de a cuatro, canejo!
ROLÓN: -¡Traigamelón!
DOLINA: -Y la mina, nada.
STRONATI: -Seguía leyendo, la mina.
DOLINA: -Entonces vi que por ahí no iba el asunto.
ROLÓN: -Claro, no eran los valientes los que la seducían.
STRONATI: -No le podía entrar por ahí.
DOLINA: -Entonces dije: me voy a tener que hacer pasar por alguien. Y la miré directamente a los ojos; le dije: ¿no me reconoce? No, dijo la mina, escupiendo el colmillo.
STRONATI: -Por ahí tenía una molestia, la mina.
ROLÓN: -Estaba anestesiada.
DOLINA: -Le digo: soy Stephen King.
ROLÓN: -¿Quién?
DOLINA: -El tipo ése que escribe.
STRONATI: -¡Ah, Stephen King!
DOLINA: -¡Claro! ¡Cómo no conoce a Stephen King! ¡El tipo ése que escribe soy yo! Y la mina dice: ¿así que usted es Stephen King? Sí, le digo. Yo no había leído nada de él... pero mejor. Y me dice la mina: ¡con razón no tenía miedo usted! ¿Por qué no me espera que me atienda acá el doctor Barragán y vamos a tomar unos licorillos?
ROLÓN: -Picó la mina.
DOLINA: -La esperé y ella se enamoró.
ROLÓN: -¿De usted?
DOLINA: -Y, se enamoró de Stephen King, que era yo. Y yo empecé a vivir como si fuera Stephen King. Ya me hacía llamar Stephen, y usted sabe que hice tanta fuerza que me convertí verdaderamente en Stephen King...
STRONATI: -Ah, ¿es usted?
DOLINA: -Sí, soy yo.
STRONATI: -Está facturando bien.
DOLINA: -Incluso escribí de nuevo algunos libros.
ROLÓN: -¿Ah, sí?
DOLINA: -Los copiaba, ¿vio?
ROLÓN: -Copiaba textual los libros.
DOLINA: -Claro, yo agarraba LA HORA DEL VAMPIRO y la copiaba.
STRONATI: -EL VAMPIRO 2.
DOLINA: -No, no... La copiaba. Por ahí venía esta chica y me decía: ¿qué estás haciendo, Stephen? Ya lo ves, le decía yo, escribiendo LA HORA DEL VAMPIRO. ¡Ah, qué maravilloso! Siempre soñé con estar junto a ti cuando escribieras LA HORA DEL VAMPIRO. Bueno, le digo, ponte junto a mí y observa cómo escribo LA HORA DEL VAMPIRO. Pero, dice, ¡la estás copiando de otro libro! No de otro, digo, del mismo libro, LA HORA DEL VAMPIRO. Pero, ¿y qué sentido tiene que escribas de nuevo un libro que ya ha sido publicado?
STRONATI: -Inteligente, la mina.
ROLÓN: -Nadie escribe dos veces el mismo libro, ¿no le dijo usted, haciéndose el Heráclito?
DOLINA: -Mire «Pierre Ménard, autor del Quijote», le decía yo... pero finalmente yo mismo me creí que era Stephen King y empecé a escribir novelas.
ROLÓN: -Trastorno de la personalidad, tuvo.
DOLINA: -Ésa la escribí, también.
STRONATI: -¿Usted sentía como que Stephen King estaba dentro de usted?
DOLINA: -Sí, yo lo sentía adentro... Por ahí estaba durmiendo y sentía algo.... ¡Debe ser Stephen King!
STRONATI: -No sé si Stephen King o algo que comí, dice.
DOLINA: -Pero al final yo mismo era Stephen King y empecé a escribir novelas de terror.
ROLÓN: -¿Qué escribió, por ejemplo? ¿«El pasillo de la muerte», lo escribió usted?
DOLINA: -No, no. Escribí novelas mías, inéditas, no escritas antes por Stephen King, sino novelas que yo mismo inventaba. Por ejemplo, «Asustado hasta las patas».
STRONATI: -Ah, es una traducción, ¿no?
DOLINA: -Es una novela de miedo en un ambiente rural... Transcurre en Carlos Casares. Aparece la Viuda, la Chancha sin Cabeza...
ROLÓN: -El Alma Mula...
STRONATI: -La Llorona...
DOLINA: -Sí, todas esas cosas... el Viejo de la Bolsa. ¡A veces me asustaba yo mismo de lo que escribía!
ROLÓN: -No podía seguir escribiendo.
DOLINA: -Estaba escribiendo por ahí, ponele "y en eso cuál no sería mi sorpresa cuando vi un horrible monstruo"... ¡Aaaaaaaaaaaaaaaah! gritaba yo y salía corriendo de mis propias creaciones, y mi mujer que estaba ahí esperando: ¿qué pasa, Stephen? ¡Aaaah, le digo, que me he asustao de lo que yo mesmo escribo! Porque me había convertido en un escritor gauchesco.
PRIMER PARÉNTESIS: LA INFANCIA EN BAIGORRITA
Las casualidades cortazarianas de la vida: mientras preparo por primera vez el texto de este artículo (fines de diciembre de 2003) enciendo la radio y escucho a Dolina comentando que siempre le preguntan lo mismo en las entrevistas:
"¿Y sabe por qué son la misma pregunta? Porque para ver qué me van a preguntar se leen el reportaje anterior. ¡Se lo juro! Además me lo dicen: usted dijo en un reportaje que. A mí me divierte mucho contestarle otra cosa, absolutamente lo contrario. Pero es un poco descorazonador saber que lo único que han leído de uno son los reportajes, y hay otra cosa también que lo llena a uno de desazón más que de encono, porque revela el nulo interés del periodista que evidentemente te viene a hacer una entrevista porque lo mandaron, le tocaste en el sorteo, pero casi todo el mundo empieza a hablar o habla todo el tiempo de mi niñez en Baigorrita, donde yo no viví nunca. Pero, ¿sabe por qué lo dicen? Porque es lo primero que está en la biografía de la solapa del libro: 'nació en Baigorrita'. Y dicen: ¿cómo fue su niñez en Baigorrita? ¡No leyeron más! Mire, siempre se detienen en la niñez: ¿cómo era su niñez?, ¿a qué jugaba usted? Yo les contesto, está bien, pero a lo mejor he hecho algunas cosas un poco más inteligentes que jugar a la bolita cuando era chico. No era un pibe muy vivo. Ahora tampoco, pero a lo mejor hice alguna cosa.
"Supóngase que yo no hice nada, y efectivamente no creo haber hecho nada de mérito, pero por ejemplo, yo traté (por suerte) mucho, por causa de mi amigo Antonio Carrizo, a Borges. ¿Sabe cuántas veces me preguntaron algo, y yo tengo algunas cosas muy interesantes que podría contarle? Nunca. No me lo preguntaron nunca; están muy interesados en saber a qué jugaba yo cuando era chico, cómo eran mis amigos de colegio, y si es cierto que yo dije que todo lo que hace el hombre es para levantarse minas". [iii]
Despachemos los antecedentes y veamos si se clarifica el panorama:
Libros de Alejandro Dolina:
Crónicas del Ángel Gris (1988)
Libro del Fantasma (1998)
Bar del Infierno (2005)
Discos de Alejandro Dolina:
Lo que me costó el amor de Laura (2000)
Radiocines (2002)
Tangos del Bar del Infierno (2003)
Y varios programas de radio y TV, que tal vez sean uno solo. (Lo cual no necesariamente es un defecto: todo juego necesita de la iteración.) También trabajó con Faruk escribiendo los libretos de Clemente para Canal 13. Y ha compuesto algunas piezas muy bonitas... (ya se me fue al cuerno la objetividad).
TOGNETTI: -¿Hablando de música, te gustaría ser más reconocido por ser músico?
DOLINA: -Si, probablemente. No tuve mala suerte, pero me faltó apoyo y solidaridad corporativa. Algunos músicos son muy celosos de su profesión, consideran que hay que nacer músico. [iv]
¿Cómo catalogar a Dolina? ¿Qué rótulo pegarle? Escritor, compositor, actor, humorista, creativo publicitario... ¿contrabandista de cultura? Todos y ninguno. Dolina es un marginal, una rara avis que consigue una cierta masividad con un producto de calidad.
DOLINA RADIAL VERSUS DOLINA TEXTUAL
El problema de la producción literaria de Dolina es que tiene gusto a poco. CRÓNICAS DEL ÁNGEL GRIS es una eficaz selección de textos publicados en la vieja revista HUM® a fines de los 70 y principios de los 80 en la cual Dolina usa diversas máscaras (Manuel Mandeb, Yves Castagnino, el ruso Salzman, Jorge Allen) para destilar su cosmogonía personal, una perspectiva desde la cual tal vez no esté tan mal estar fuera de las 40 del mazo. EL LIBRO DEL FANTASMA se publica diez años después de las CRÓNICAS y contiene material original a veces ya insinuado en el programa de radio (p.e., las instrucciones de uso para el jabón Sunlight), así como material previamente publicado en HUM®. Al momento de esta reescritura (a casi dos años de la primera publicación de este artículo), aún no he podido dedicarme a la lectura a conciencia de BAR DEL INFIERNO, así que me limitaré a CRÓNICAS y al LIBRO DEL FANTASMA: ambos libros se leen bien, aunque sean textos que ameriten al menos dos lecturas: una más superficial y anecdótica y otra más reflexiva, más schopenhaueriana. Uno sospecha que si al Negro se le diera por el ensayo (como Sábato en HETERODOXIA o en UNO Y EL UNIVERSO) el resultado ciertamente no sería despreciable.
"A mí me parece, con toda humildad, que yo estoy mucho más presente tal como soy en lo que escribo que en lo que hago diariamente por la radio. No por una decisión mía sino por la naturaleza misma de esos dos géneros que son la literatura y el ejercicio diario de un programa.Y en la literatura creo que uno muestra unas cosas más íntimas, más difíciles, más arduas, que cuestan mucho. Y en la radio hay, a qué negarlo, un profesionalismo que es indispensable, ya que estamos todos los días y ya que estamos a intervalos regulares, y que a menudo reemplaza a la verdadera actitud artística. Pero es que no hay más remedio de que así sea. Uno no puede estar seguro de escribir un soneto todos los viernes. En cambio tiene que estar seguro de poder hacer un programa de radio cada día. Entonces, si bien hay unas actitudes artísticas y unos procedimientos artísticos, también hay una indispensable actitud profesional, unas recetas –no tengo miedo de decirlo—que son las que hacen posible la repetición de un programa diario". [v]
Recetas más que efectivas: LA VENGANZA SERÁ TERRIBLE lidera desde hace años las mediciones en su franja horaria a fuerza de talento creador. Talento que permaneció en estado de hibernación, desaprovechado durante años (un largo hiato desde aquellas MAÑANITAS NOCTURNAS por Radio Argentina). Hasta que un día...
DEMASIADO TARDE PARA LÁGRIMAS
"Un día Adolfo Castelo me llama y me dice: 'Che, existe la posibilidad de hacer un programa en Radio El Mundo'. 'Y bueno, hagámoslo. ¿Quién va a estar?', pregunté yo. Castelo me dijo: 'Va a estar Fernando Salas'. 'Ah, bueno, entonces sí; vamos a hacerlo'. Fernando Salas no estuvo; vino un día y después no vino más; era para que yo aceptara. Yo quería que fuéramos muchos. No me parecía que fuera suficiente con ese dúo que hacíamos con Adolfo; necesitaba más gente, no me sentía capaz de afrontar la cosa con tan escasa dotación. Particularmente por mi aporte, que no me parecía decisivo. Y empezó. Iba al mediodía y duró un mes. Nos llamó Fernando Marín y nos dijo: 'Muchachos, esto no va: la única posibilidad es a la una de la mañana, esto mismo que están haciendo pero les doy dos horas'. Respuesta mía: 'No. A la una de la mañana para que me escuche mi familia no. Chau'. Y Adolfo dice: 'Por favor, te pido que lo hagas un mes, a ver si te gusta, y si no te gusta nos vamos'. Y empezamos a hacerlo. Lo que torció la cosa fue el público.
"De golpe empezó a llamar gente, a venir gente; gente que nosotros no habíamos convocado. Vino un día alguien, pidió permiso, lo dejamos entrar. Alguien oyó toses, risas, entendió que ahí había gente, y vinieron dos, tres, cuatro. Las autoridades de la radio se enteraron de que venía gente y lo prohibieron terminantemente, pero la gente venía igual. Y entonces por ahí venía el presidente de la radio, que venía de una cena y pasaba por la radio para ver si había alguien, y nosotros la escondíamos a la gente en oficinas y armarios, te lo juro. El tipo de la puerta llamaba: 'Guarda que viene fulano'. El público, escondido, eran diez, quince personas en una oficina. En una ocasión, vino el tipo y ¿viste la pecera que da al estudio?: se pusieron todos pegados a la pecera, de manera que el tipo viera el estudio limpio de gente. En realidad en la pared de acá había diez tipos que además tenían la consigna de no reírse en absoluto y en general, en todas las transmisiones, le recomendábamos al público que no se riera para que las autoridades no se dieran cuenta de que había gente. Finalmente, El Mundo habilitó un estudio más grande y nos permitió recibirlos. El resto es historia reciente." [vi]
DOLINA: -Ahora, yo algunas cosas le quiero preguntar, no para mí, ¿no? Pero… ¿Está permitido tirar tiros al aire con el revólver?
ROLÓN: -No.
DOLINA: -A mí me contó Stronati que él siempre en Navidad… él dice que no lo va a hacer, pero después él toma dos vermús y se pone loco… especialmente el vermú le hace mal, y allá en 25 de Mayo hay mucho vermú, mucho vermú Globo, y entonces se toma dos botellas así, puras, de vermú, caliente… a él le gusta así, con una aceituna—
ROLÓN: -Para que no le caiga mal.
DOLINA: -…y se pone un poco pesado. Y ya dice: ¡qué, voy a festejar, voy a festejar! Y todos le dicen: no, Guillermo, por favor, no saque el revólver. ¡Qué no voy a sacar el revólver! Lo tiene escondido el revólver, lo guarda en el Banco, en la caja fuerte del Banco. Abre la caja y saca el revólver y seis cajas de balas y empieza a tirar. ¡Pa, pa!, tira y todos cuerpo a tierra en 25 de Mayo.
ROLÓN: -Ya le tienen miedo.
DOLINA: -El otro día vino la policía y no lo querían dejar tirar. ¡Dese preso, Stronati! dice el comisario.
ROLÓN: -…
DOLINA: -El comisario es el tío.
SEGUNDO PARÉNTESIS: LAS PUERTITAS DEL SEÑOR DOLINA
Fragmento de algunas entrevistas:
ULANOVSKY: -¿Cuál fue el peor negocio de tu vida? El que más te divierta recordar...
DOLINA: -¿En plata? O en—
ULANOVSKY: -El papelón, también.
DOLINA: -El pápelón, para mí, Las puertitas del señor López. Alguien me llamó para hacer ese papel, que lo hice espantosamente mal... No me parece que siquiera fuera una buena película, de modo que no está el orgullo de la contigüidad. Y en cuanto a dinero, yo le dije a quien me llamó: no te hagás problema por esto, poné lo que a vos te parezca correcto....Razonable. Lo que te parezca razonable. Y fue CERO.
ULANOVSKY: -Se aprovechó, el tipo.
DOLINA: -No, no se aprovechó, sino que siguió estrictamente las instrucciones que yo le había dado. A mí me parece también que tenía razón, porque mi actuación no merecía más... Debo agradecerle que no me haya hecho pagar encima. [vii]
MARCHI: -¿Hay alguna diferencia entre DEMASIADO TARDE PARA LÁGRIMAS y el actual, LA VENGANZA SERÁ TERRIBLE?
DOLINA: -Ninguna. O sea, hay muchas diferencias, pero diferencias que no están dadas ni por el título ni por el paso de un año a otro, ni de una radio a otra, sino por el paso del tiempo, a través de un modesto artista que va cambiando su modo de pensar, que va aprendiendo algunas destrezas nuevas y, desde luego, este programa que hacemos ahora es muy distinto del que hacíamos con Adolfo. Pero muy distinto, y no porque hayamos tomado repentinamente la decisión de cambiarlo: hemos ido cambiando. Y menos mal... ¡bueno sería que uno fuera el mismo estúpido de siempre! Ahora uno es un estúpido distinto. [viii]
El programa se transmite en vivo desde el Auditorio del Hotel Bauen, con entrada libre y gratuita. A lo largo de los años, otros lugares han albergado el programa: la bodega del Café Tortoni, el Sindicato del Seguro, el Teatro Presidente Alvear, la confitería La Ideal, el gimnasio INAF, el complejo La Plaza, el teatro Ateneo. Alguna vez se ha transmitido desde Montevideo, Mar del Plata, Villa Gesell o Córdoba.
Ha tenido hasta ahora tres títulos: DEMASIADO TARDE PARA LÁGRIMAS, EL OMBLIGO DEL MUNDO y LA VENGANZA SERÁ TERRIBLE, que continúa hasta el presente. A pesar de los cambios de nombre y de equipos, la estructura básica se mantiene: una historia histórica o mitológica seguida de un tango con alguna (mínima) relación con la historia, lectura de correos y mensajes de los oyentes seguida del espacio creativo de humor improvisado, terminando con el Sordo Gancé (Dolina) aporreando un teclado a pedido de los oyentes.
"Yo creo que lo peor que nos podría pasar es tratar de pulir al Sordo. El Sordo tiene que ser un canturreo. Cuando no es un canturreo, entonces ya es otra cosa. Muchas veces hemos traído al programa números musicales, o hemos participado nosotros mismos de ellos, pero ya es otra cosa: cuando viene Federico Mizrahi con un cuarteto de cuerdas y yo me canto dos tangos. Eso ya es una cosa. Pero en el Sordo yo no puedo, ni quiero, hacer otra cosa que no sea un canturreo. Pasar por encima de las letras de un modo liviano. Yo a veces discuto con Rolón porque se pone a cantar. No es que haya que cantar mal. Ciertamente el Sordo es el Sordo; es un tío que se sentó al piano y nosotros estamos alrededor canturreando. En cuanto tratemos de cantar, está mal". [ix]
En su aparente inmovilidad, el programa ha ido mutando: luego del alejamiento de Adolfo Castelo, el Negro fue acompañado por Guillermo Stronati (en sus comienzos en Radio El Mundo, el programa solía finalizar con ambos jugando a la generala en el estudio) y posteriormente por Jorge Dorio, Esteban Ezeverry, Elisabet Vernaci y Gabriel Rolón; este último, junto a Stronati, redondea la que tal vez sea la mejor "formación" del programa de Dolina.
EL REFUTADOR DE LEYENDAS Y SUS CLIENTES
Gabriel Rolón es un psicólogo (lacaniano, faltaba más) que encarna la voz de la sensatez, la corrección:
DOLINA: -Yo, la verdad, nunca festejé la Navidad.
ROLÓN: -¿Nunca?
DOLINA: -No, me convertí ahora. Yo antes era japonés.
ROLÓN: -Japonés no es una religión, es una nacionalidad. En todo caso era budista.
DOLINA: -Este año hubo un milagro y me convertí. Yo estaba esperando el colectivo y siento una voz que dice: ¡che, japonés! ¡a vos, a vos te hablo! ¿Qué?, digo yo. ¡A ver si terminás con los pecados, qué sé yo, que ya me tenés podrido! Era la voz del Ñorse…
ROLÓN: -Sí.
DOLINA: -Y me convertí, así que ahora tengo que comprar un árbol de Navidad. Antes tenía menos gastos, cuando era japonés.
Asimismo Rolón hace las veces de explicador oficial: si necesitamos saber cómo funciona una tostadora eléctrica o el intestino delgado, ahí está él. También oficia de refutador de leyendas; ha llegado incluso a comer sandía y tomar vino en vivo ante el público del Tortoni como respuesta a un comentario de un oyente. Uno de los condimentos del programa son las bromas de sus compañeros de micrófono a costa de él y sus clientes, perdón, pacientes:
STRONATI:-¿Quiere comprar calzoncillos para el consultorio, y les regala a los pacientes?
ROLÓN:-¿Para qué quiero yo—
DOLINA-Para regalar a los locos.
ROLÓN:-Primero, no son locos, y segundo, yo no le puedo hacer regalos a un paciente.
DOLINA:-¿No le puede hacer regalos?
ROLÓN:-No, porque sube el costo.
STRONATI:-Ah, para no gastar.
DOLINA:-Eso es de puro miserable que es usté.
STRONATI:-No lo permite la legislación, dice.
ROLÓN:-No, escúcheme, no, porque altera la relación transferencial.
STRONATI:-Pero, y si el paciente le quiere regalar a usté, ¿también altera la transferencia eso?
ROLÓN:-Y... no es común, pero a veces traen algún regalo, uno lo deja ahí, bueno, muchas gracias—
DOLINA:-¿Y usté qué hace? Lo tira... lo tira, porque por ahí le hacen un daño... A usté le traen una torta y vaya a saber qué podredumbre le puso el tipo porque, vio, son todos medio trastornados... Por ahí le metió una pastilla de gamexane y usté dice "ah, me voy a comer una torta" ...y al otro día es finao.
STRONATI:-Claro, y el tipo espera que usté se la coma.
DOLINA:-Y sale usté en el diario: "Sicoanalista envenenao".
STRONATI:-"Averiguan entre sus clientes".
ROLÓN:-Pacientes.
DOLINA:-O si no, un daño, le hacen... le ponen, le hacen el vúdu, o algo así... Le regalan un muñeco y después se lo ensarta como churrasco'e croto y luego usté—
ROLÓN:-Escuchemé, yo soy sicoanalista, yo no creo en esas cosas.
DOLINA:-Y, usté no cree, pero ellos sí, porque son locos.
ROLÓN:-No, no son locos.
DOLINA:-¿No le da miedo? Porque ¿a usté le traen comida?, qué sé yo, dulce de zapallo, ponele. Ay, dice, tome dulce de zapallo que hizo el que me vino persiguiendo...
ROLÓN:-Y, a veces algo traen, sí, es cierto...
DOLINA:-¿Y usté se lo come? Nooo...
ROLÓN:-Sí, cómo no, ya me trajeron una pastafrola de dulce de batata, por ejemplo, que a mí me gusta...
DOLINA:-¿Cómo? ¡Un dulce de batata casero es una porquería!
ROLÓN:-No, no, pastafrola casera, no comprada, sino que la había hecho con sus propias manos.
DOLINA:-Ah, la señora loca, digamos.
ROLÓN:-¡NO, NO, LOCA NO... LOCA NO!
DOLINA:-La madre del loco.
ROLÓN:-¡NO! ¡NO HABIA NINGÚN LOCO!
DOLINA:-¿Y a qué van entonces? ¿a comer pastafrola? ¡qué ganas de gastar guita de gusto!
STRONATI:-Es la que usté regaló, que no la quiso comer, ya la trajo acá.
DOLINA:-Claro, que la trajo acá... ¡está loco éste! Recibe tipos que no están locos y que le traen pastafrola... ¿No será una panadería lo suyo? Además la pastafrola es con dulce de membrillo, no con dulce de batata.
ROLÓN:-No, a mí me gusta con dulce de batata, como el pastelito... todo con dulce de batata.
DOLINA:-¡Ah, al doctor le gusta con dulce de batata!
ROLÓN:-Licenciado.
STRONATI:-Sí... ¿algún complejo, algo?
DOLINA:-Cuando hacemos para el doctor, acá lo hacemos con dulce de batata... Es para el doctor, el que atiende a mi hermano, que está loco.
STRONATI:-Ponele mucho dulce.
DOLINA:-El doctor no le dice que está loco, pero mi hermano sí sabe que está loco... El año pasado se lo envenenó...
STRONATI:-¿Cómo se lo envenenó?
DOLINA:-Y, le envenenó la pastafrola al doctor... Diga que el doctor la convidó, o algo... Se salvó con el hilo en una pata.
ROLÓN:-Un paciente averiguó, mire usté, qué marca de whisky tomaba el doctor Lacán, y como sabe que soy lacaniano, le pareció un gesto regalarme el mismo whisky que tomaba Lacán.
DOLINA:-¿Usté es lacaniano?
ROLÓN:-Sí señor.
DOLINA:-Ah, mirá vos... ¿Usté pone en la chapa en la puerta, "lacaniano"?
ROLÓN:-No, yo no tengo chapa en la puerta.
DOLINA:-La foto de Pancho Sierra y atrás la de Lacán.
ROLÓN:-No, Freud es, no Pancho Sierra.
DOLINA:-¿Le preguntan los pacientes, usted es lacaniano o de qué la va?
STRONATI:-O geminiano.
DOLINA:-O mitrista.
ROLÓN:-No, lacaniano.
DOLINA:-En casa somos radicales, dice... Tome, le traje una pastafrola.
STRONATI:-¿O es seguidor de Lotitto, por ejemplo?
ROLÓN:-¡Qué tiene que ver Lotitto con la sicología!
DOLINA:-¿Lotitto será lacaniano, o radical?
STRONATI:-De la UceDé, creo que es...
EL SOCIO EN LA DESGRACIA
Guillermo Stronati es oficialmente el locutor del programa. Sin embargo, en la realidad es mucho más que eso: es quien apuntala a Dolina, quien le tira cabos y prolonga situaciones. Desde sus comienzos en 1986 hasta ahora, siempre ha acompañado al Negro, excepto en la época de EL OMBLIGO DEL MUNDO, reemplazado por la Negra Vernaci mientras él se hacía cargo de Cazando grillos, un programa efímero por la AM de Rivadavia. Y se notaba la ausencia. A estas alturas, Dolina sin Stronati ya no era 100 % Dolina. Porque Stronati es el compinche (y según el rol que le toque, también el tío, la novia, la esposa o el socio verdulero) en la cambiante comedia de enredos dolinesca. Dolina más Stronati nos da más que la suma de sus partes, un Dolina potenciado, que lleva el absurdo un poco más allá.
DOLINA: -Vendemos seguros, también. ¿Quiere que le aseguremos la fruta? Mire, esta banana se la aseguramos contra tipos que la manosean.
STRONATI: -Contra todo riesgo. Acá le cubre todo. Contra terceros...
ROLÓN: -Quiere decir que si viene alguien... vio esa gente que mientras espera me muerde una manzana, ¿ustedes me la aseguran?
DOLINA: -Nosotros se la aseguramos.
STRONATI: -Está todo cubierto.
ROLÓN: -¿Es muy caro?
DOLINA: -Es un poco caro, pero...
STRONATI: -Pero lo va a agradecer, eh. Hay mucho robo hoy en día, incendio... Fíjese si se le incendia todo esto que tiene acá usted.
DOLINA: -Gente que le prende fuego a la banana... Pirómanos hay muchos acá en este barrio, que vienen, le prenden fuego a la verdulería...
STRONATI: -Verduleros vecinos...
DOLINA: -Al de al lado, al verdulero vecino le prendieron fuego la verdulería, y agarró—
ROLÓN: -¿Agarró el seguro?
DOLINA: -No,agarró fuego, porque una verdulería tiene mucha fruta seca...
STRONATI: -Alta combustión tiene, mucha madera...
DOLINA: -Muchos orejones.
STRONATI: -Los cajones.
DOLINA: -Y tenía pastería también.
STRONATI: -Anexo.
DOLINA: -Vendía forraje, paja, escobas, artículos de mimbre. Agarró el incendio, y no estaba asegurado, y nosotros habíamos ido, ¿se acuerda?: ¿No quiere que le aseguremos el mimbre, la paja?
STRONATI: -Le aseguramos la escoba completa.
DOLINA: -El tipo: no, no, qué se va a prender fuego, qué se va a prender fuego... ¿Y ahora qué haces?, le dije...
STRONATI: -Le contestó mal, el tipo.
ROLÓN: -Tenía lindas cosas, sillas de mimbre...
DOLINA: -Y mirá, reducido a cenizas, sólo porque no quiso pagar los cuatro mil pesos mensuales...
ROLÓN: -¡Eeeeh!
STRONATI: -Pero qué le cuesta a usted, si labura todo en negro el verdulero...
ROLÓN: -Disculpemé, ¿no?, pero yo estoy asociando. Usted me dijo que pasaron a ofrecer el servicio, el tipo no quiso contratar y a los pocos días se le produjo un incendio.
DOLINA: -Casualidá.
ROLÓN: -No, digo, no vaya a ser cosa que yo no quiera contratar el servicio, y casualmente...
DOLINA: -Tiene razón, no vaya a ser cosa... ¿Me da fuego por favor, Mauricio?
ROLÓN: -¡No, no! ¡Acá no se puede fumar!
STRONATI: -Guarda que tiene mucha bencina, éste.
DOLINA: -Um... ¿qué hago con este balde de querosén en la mano?
SOBERBIOS EN LA DERROTA
Volviendo al Dolina narrador de historias (en el libro, en la radio) uno encuentra que las tales historias rara vez tienen un final feliz. Pero Dolina no cae en la tragedia: cuanto más, en la tragicomedia a lo Pirandello, y esa sonrisa sufriente que se refleja aún en el más infeliz de sus personajes nos aleja de la desesperación.
TOGNETTI: -¿Si tuvieras que elegir un escritor favorito, quién sería?
DOLINA: -Borges. No creo que sólo sea el mejor escritor argentino, sino el mejor escritor del mundo de este siglo y del anterior. De sus libros recomendaría todos, pero si tengo que elegir uno sería FICCIONES, que es el punto central de su talento. [x] A pesar de que uno, como oyente, tiende a detenerse más en el aspecto humorístico de las improvisaciones, hay ciertamente mucho de borgiano (y tal vez de unamunesco) en los personajes que crea Dolina para sus tragicomedias. Los conflictos en la ficción dolinesca están armados y se resuelven tal y como los conflictos del humor, pero hay algo más allá, un subtexto al que a veces también remite el propio Dolina: ¿de qué sirve todo esto si me voy a morir? Sin embargo, este reconocimiento de la futilidad humana no significa en modo alguno una actitud de amargura:
DOLINA: -La radio es para mí una alegría cotidiana, es lo que me mantiene ejercitado, lo que me hace estudiar cada día, lo que me mantiene en una actitud casi estudiantil, aún en los tiempos que corren. Yo estoy estudiando más que cuando iba a la universidad, porque es indispensable hacerlo para hacer la radio. [xi]
ULANOVSKY: -¿Cómo es ese estudiar?
DOLINA: -Y... nosotros preparamos un programa que en algún punto necesita un sostén de orden filosófico, histórico, científico que tiene que exceder el mero trabajo de producción, que tiene que estar sostenido por el conductor. Entonces yo todos los días estudio acerca de lo que vamos a desarrollar ese día en la primera parte del programa y por lo demás, cuando leo en los últimos años yo estoy leyendo con un lápiz en la mano y en una actitud de búsqueda y acecho para poder después trasladar lo que eventualmente aprenda al programa, de modo que estoy en una actitud de aprender ahora más que en otros años. [xii]
TOGNETTI: -¿Miras televisión?
DOLINA: -Muy poco, veo mucho cable, mucha película, no por razones de negatividad cultural, sino por horarios. En las horas centrales de televisión de aire estoy preparando el programa de radio. [xiii]
A pesar de sus esfuerzos el paso de Dolina por la TV ha resultado un producto menor en comparación con su labor radial y escrita. Tal vez la razón sea que tanto la radio como el libro dejan más margen a la imaginación del oyente-lector, y los mundos imaginarios de Dolina pierden color en la pantalla chica. Aún así, el nivel de los productos dolinescos (especialmente en el caso del Bar del Infierno) está a años luz de los engendros habituales del medio.
Ya a estas alturas sería una necedad negar el aporte cultural del programa de Dolina, que pone al alcance de quien lo quiera escuchar a nombres tan disímiles como Robert Graves y Lope de Boedo, Schopenhauer y Atanasius Kircher. Y no sólo durante el bloque inicial, sino durante las dos horas del envío.
El esquema es básicamente el mismo –toma un recorte y desde allí se dispara. Sin embargo, esa aparente rigidez es cuanto menos engañosa: se sabe dónde comienza, pero no se sabe en qué se acabará. Un texto acerca de cómo comportarse con los extranjeros termina desembocando en una historia en la cual Dolina se hace pasar por Stephen King, un texto sobre romances adolescentes termina en un Dolina farsesco disfrazado de Hombre Murciélago...
DOLINA: -Yo tenía una novia, me hacía disfrazar de Batman.
STRONATI: -¿Y usted le hacía caso?
DOLINA: -Sí, fui y me compré un disfraz de Batman…
STRONATI: -¿Esa careta de plástico que venden de Batman?
DOLINA: -Sí, pero uno bueno, quería ella… Ella quería el verdadero.
ELISABET: -Da calor, el verdadero…
DOLINA: -Entonces fui a la juguetería y le digo: buenas tardes, ¿tiene el disfraz de Batman, pero el verdadero? Me dice: no, tenemos la imitación… Me ofreció la imitación, unos calzoncillos—
STRONATI: -Todos cortos, le quedaban…
DOLINA: -Claro, vio las imitaciones que venden en la juguetería, una porquería…
ROLÓN: -Sí, un plastiquito de porquería…
DOLINA: -Era una malla tejida de ésas que usaban los marplatenses antes en la playa… Uno reconocía a los que habían nacido en Mar del Plata porque usaban esas mallas… de esas mallas viejas, Sejira con cinturón.
ROLÓN: -El baticinturón.
DOLINA: -Claro, el cinturón de utilidades. Y entonces digo: no, yo quiero el verdadero. Tardó en traérmelo, porque lo tenía que traer de otro lugar.
STRONATI: -Del depósito.
ROLÓN: -De la Ciudad Gótica.
DOLINA: -Y bueno, lo conseguí.
ROLÓN: -¿Y que tenía dentro del baticinturón?
DOLINA: -Y… estupideces, ¿vio?
STRONATI: -Un par de días anduvo, después no andaba más. Las luces, ahí, ésas que prendía…
DOLINA: -Sí, tenía por ejemplo para hacer cortinas de humo…
ROLÓN: -Para rajar de los esposos.
DOLINA: -Tenía una bombita, y entonces cuando se armaba una situación tiraba una cortina de humo y disparaba. Tenía un piolín para escalar ventanas.
STRONATI: -¿Y se colgó usted?
DOLINA: -No, para qué, si yo iba tranquilamente por el ascensor.
ELISABET: -Era un Batman tranquilo, usted…
DOLINA: -Y llegué a la casa de mi amor, digamos, golpeé y me vio entrar, dice: ¡Batman! Porque ella es romántica, es así, se cree todo… y yo le dije: mirá, no soy Batman… No, ya sé, sos Bruno Díaz, me dice.
STRONATI: -No se lo voy a decir a nadie…
DOLINA: -No, no, digo: soy yo, ¿te acordás? soy Lucho, ¿te acordás que me pediste que me disfrazara? ¡Uy, dice, pero igual quedaste! No me quedaba igual, viste, yo estoy un poco panzón…
ELISABET. –Pero no importa, porque Batman tenía una panza… ¿No lo vio a Batman?
STRONATI: -Se le veía la panza…
DOLINA: -Claro, se me veía el ombligo.
ELISABET: -Y el pantalón, ése que es todo ajustadito, ¿cómo le quedaba?
STRONATI: -Se le caía un poco el pantalón de atrás…
DOLINA: -Se me salía la panza afuera del cinturón…
ROLÓN: -El baticinturón lo tenía por abajo de la panza...
DOLINA: -Claro, por abajo de la busarda...
ELISABET: -Y la capa le tapaba un poco.
DOLINA: -Claro, yo era viejo en aquel entonces... era pelado y gordo.
STRONATI: -Y arrastraba los pies, Batman.
DOLINA: -Entré, y ahí nomás...
ELISABET: -¡Crash! ¡Pum! ¡Tun!
DOLINA: -¡Sí! ¡Crash! ¡Pum! ¡Plum! Agarré a unos que había ahí, que había venido a agarrar la heladera, y lo bajé. Me dice: ¿por qué lo fajás? Y, qué querés? ¿Que espere unos malhechores?
STRONATI: -Éste es fácil, dijo.
DOLINA: -Claro, estaba agachado abajo de la pileta, le encajé una patada...
ELISABET: -¡Tenía batimóvil, o fue caminando?
DOLINA: -No, le había puesto... yo tenía un Fiat 600...
ROLÓN: -¿Y lo había disfrazado de batimóvil?
DOLINA: -Le había puesto unos cuernos ahí, total... Y tenía una linterna y alumbraba el cielo y la señal, me hacía.
ROLÓN: -¿Hacía la señal de Batman?
DOLINA: -No me salía la señal. ¿Nunca vio en las historietas eso? Un reflector y se veía la señal. ¿Sobre qué se veía la señal?, pregunto. Pregunto esto desde mis 7 años. ¿Por qué? Porque yo agarré una linterna cuando era chico y le pegué una figura de Batman que recorté de una revista y alumbré para arriba y la luz se perdía en la infinitud. ¿Qué nube? No se veía nada. Primero, si no lo reflejás contra algo no se ve, y además tenés que reflejarlo a una distancia adecuada, conforme al foco, etcétera, etcétera.
ROLÓN: -Eh, pero usted da demasiadas vueltas, ¡usted no sirve para superhéroe!
DOLINA: -No.
ELISABET: -A Batman sí le sale, ¿viste, Lucho?
STRONATI: -Alguna vez se sacaría el traje, ¿no?
DOLINA: -Lo mandaba al lave-rap.
ROLÓN: -Pero guarda, que no se lo laven con agua caliente porque se le iba a encoger... ¡La mallita ésa debe ser incómoda si se encoge!
DOLINA: -Sí, sí, estaba apretado, yo.
ROLÓN: -Se le caía la lágrima.
DOLINA: -Un día yo me fui a quejar al del lave-rap, le digo: escuchemé, ¡me encogió el traje, estoy que parezco un torero!
ELISABET: -¡La capita por acá!
ROLÓN: -Se la secó en caliente, seguro.
DOLINA: -¡Se me va el sueldo en genioles!
ELISABET: -Pagaría por verlo.
DOLINA: -Me dice: escuchemé, señor Báman... ¿usté quiere que se lo planche con raya?
ULANOVSKY: -¿Cómo son las 24 horas de la vida de Alejandro Dolina?
DOLINA: -Aburridísimas, me imagino. No sé, yo nunca pude contestar esa pregunta, que es una pregunta que mejor contestan las personas ordenadas que las desordenadas.
ULANOVSKY: -¿Vos sos desordenado?
DOLINA: -Yo no es que sea desordenado, pero... mi vida no está planificada. Más que desorden, es una falta de plan y una perpetua improvisación, como a veces es nuestro programa. [xiv]
¿Podría uno vivir sin leer a Dolina, sin disfrutarlo por la radio? Posiblemente, del mismo modo que podría hacerlo sin haber leído a Borges o escuchado a Larrea o Carrizo en la AM. Pero sin duda su vida sería mucho, mucho más pobre.
©2004-2005 Hugo Casamor
Este artículo ha sido previamente publicado en EL PASAJERO Nº24 (febrero de 2004), y lo estoy republicando con unas pocas modificaciones.
NOTAS
[i] Sergio Marchi, CINTA TESTIGO: LA RADIO POR DENTRO, Buenos Aires, Sudamericana, 2002, p. 335.
[ii]Ídem, p. 333.
[iii] Comentario en LA VENGANZA SERÁ TERRIBLE, emisión del sábado 10 de enero de 2004.
[iv] Entrevista de Daniel Tognetti a Alejandro Dolina en el programa RIESGO PAÍS (FM Rock & Pop), 14 de diciembre de 2002.
[v] Marchi, p. 332.
[vi]Marchi, op. cit.,p. 340.
[vii] Entrevista de Carlos Ulanovsky en el programa LA VIDA ME ENGAÑÓ (FM Metropolitana) en ocasión del estreno de la opereta LO QUE ME COSTÓ EL AMOR DE LAURA, octubre de 2000.
[viii] Marchi, p. 342.
[ix] Marchi, p. 347.
[x] Tognetti, loc.cit.
[xi] Ulanovsky, loc. cit.
[xii] Ulanovsky, loc.cit.
[xiii] Tognetti, loc. cit.
[xiv] Ulanovsky, loc.cit.

Comentarios

  1. ¡Qué bueno! Me reí mucho con este artículo, es especial para los recién incorporados al fandom como yo. ¿No hay un scan disponible?
    Muchas gracias y saludos

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  2. Hola Naduis, gracias por los comentarios, yo la verdad también me reí mucho.
    Lo que no entiendo es lo del "scan disponible"?
    Saludos

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  3. me refería a, que si es un artículo transcribido de alguna revsita, se puede escanear el original...

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  4. Ah, perdón, no entendía!! pero no la verdad no tengo el original.

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  5. Hola, soy Hugo, el autor del artículo sobre el Negro. Te paso este nuevo enlace que tiene apenas un par de correcciones de formato y que posiblemente quede mejor en tu weblog... Que tengas un buen 2008.-http://nodebieras.blogspot.com/2005/08/catlogo-de-obviedades-acerca-de.html

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  6. Hola Hugo, gracias por el enlace, lo voy a modificar, muchas gracias por la entrevista y por los saludos, un gran 2008 para vos también!

    Ignacio

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