
Al licenciado Rolón se lo conoce por su presencia mediática: en radio, los jueves de 17 a 19, acompaña a Elizabeth Vernaci en Tarde negra (Rock&Pop). Allí hace de lo que es: psicoanalista. La gente llama, cuenta sus problemas, y él da consejos y ayuda a desenmarañar algunas cuestiones que le plantean. Siempre con el contrapeso delirante y humorístico de la conductora y de Humberto Tortonese. En las trasnoches, Gabriel Rolón cambia de traje y hace la segunda voz (a veces también canta o toca la guitarra) de Alejandro Dolina en La venganza será terrible (Radio 10). Y últimamente se incorporó como columnista a RSM, el programa que conduce Mariana Fabbiani por América.
Esa presencia (y sus anteriores "actuaciones", como en Todos al diván, con Roberto Pettinato y Karina Mazzoco) explica, en parte, que su libro Historias de diván. Ocho relatos de vida esté primero en las listas de best sellers desde hace un mes.
Ahora está en su consultorio, en pleno barrio de Once. El diván del libro (no el de la tapa, el real) es un Le Corbusier de cuero negro, como el resto de los sillones del consultorio. También negra, la mesa ratona donde se abre una laptop. Detrás, el licenciado Rolón responde preguntas.
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¿La radio cura?
No. No creo que la radio cure. Me da la impresión de que acompaña, puede de alguna manera contrarrestar ciertos dolores del síntoma de una persona que está sola, o encuentra algún pensa miento inteligente que la ayuda a reflexionar. La cura impone unos rigores y una cotidianeidad de este pensamiento, y la posibilidad de equivocarse pensando. La radio no te da esa posibilidad.
Tenés dos papeles diferentes en radio. ¿Cómo los definirías?
En el caso de La venganza será terrible yo trato de acompañar la genialidad de Alejandro lo mejor que puedo, en temas que pasan por la filosofía, la mitología, la historia, el pensamiento, mucho humor, cuestiones musicales. Y cuando algo se dice de mi profesión, por lo general se dice en broma. Alejandro juega un rol de negador de la psicología. Lo utilizamos como arcilla para tratar de construir algo en el programa, pero ahí no soy psicólogo.
¿Y en "Tarde negra"?
Sí. Trato de responder, dentro de las características del programa, sumándome al humor, preguntas muy serias, con Elizabeth y Tortonese. Me resulta muy divertido ver cómo hilvano un discurso siguiendo los callejones que ellos proponen. Y muchas veces me ha servido este lugar, no para curar, pero sí para dar respuestas a preguntas del tipo: "tengo un chico de 9 meses que duerme en la cama con mi marido y conmigo". "Sáquelo, no está bien, no es bueno para el chico". Y explico el porqué, y creo que de esa manera ayudo a la gente a pensar. A veces uno así moviliza a la gente para que después pida una ayuda profesional.
¿Te pasa seguido que gente que haya llamado al programa termine convirtiéndose en paciente?
Casi todos mis pacientes vinieron de la participación en Tarde negra.
Son todos oyentes de Vernaci.
Muchísimos, sí. Justamente por mi rol ahí.
¿Te sentís como el Felipe Pigna del psicoanálisis?
A ver, a mí me gusta mucho Felipe Pigna, es como un gran piropo. Me voy a remitir a una analista francesa, Fran»coise Dolto, que hablaba por radio en pleno psicoanálisis lacaniano, francés, duro. Lacan mismo la rescata. Era una gran analista y se animó a hablar de otro lugar para que la gente la entendiera. Me gustaría ser alguien que le explica a la gente los avatares del Edipo en un niño sin poner palabras difíciles. Me gusta transmitir las ideas del modo más claro posible.
Fuente: Clarín
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