Serrat entrevistado por Alejandro Dolina
El martes 21 de noviembre el Olimpo de los Dioses dejó ver una de sus sucursales en la Tierra. En un café de la ciudad de Buenos Aires, Alejandro Dolina y Joan Manuel Serrat mantuvieron una charla íntima, privada, pero a la vez, con público, en la que se trataron todos los temas que no pueden faltar entre dos caballeros de esta raza. La de dos hombres sabios, talentosos y nobles.
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Una charla entre dos amigos
Este diálogo fue mantenido en el programa que conduce Alejandro Dolina, junto a Guillermo Stronatti y Gabriel Rolón, “La venganza será terrible” que se emite por Radio Continental de Argentina de lunes a viernes de 0 a 2 de la madrugada con la particularidad de que se realiza en el Café Tortoni, uno de los cafés más antiguos y tradicionales del país con un público promedio de 300 personas por día. Sorpresivamente, la charla ocurrió por iniciativa de Serrat, quien horas antes de la visita, llamó a la producción de Dolina para "invitarse" al programa.
— Estamos con Juan Serrat, y si vos lo permitís vamos a charlar un rato contigo, ¿está bien?
— Pues hombre, a eso hemos venido.
— Es una tentación espantosa que siento en este acto, la de comenzar con una pregunta que tiene significado para muchos de nosotros. Cada vez que aquí fingimos o que alguien te nombra por alguna razón, o porque alguien hace un comentario, nosotros fingimos un reportaje, y entonces te preguntamos: ¿Cómo has encontrado la Argentina?
— Ya me lo temía... (risas)
— Yo vine a enterarme el otro día de lo siguiente: el hombre ha estado en una conferencia de prensa, ¿y entonces qué sucedió?
— Me preguntaron cómo había encontrado la Argentina, y yo dije que ya había contestado varias veces esa pregunta pero que no me importaba volverla a contestar. Pero al cabo de dos minutos, otro periodista me volvió a preguntar de nuevo que cómo había encontrado la Argentina. Y yo le dije: ya lo acabo de contestar a esta señorita, como vi la cara de desaprobación de aquel hombre, pensé que era mucho más corto volver a contestar. . .y volví a contestar exactamente lo mismo (más risas...) y no se lo creerán ustedes pero en la misma conferencia de prensa, sentados alrededor de una mesa no más de veinte personas, me volvieron a preguntar cómo había encontrado la Argentina. O sea que te agradezco mucho, Negro, que me hayas hecho esta pregunta para iniciar las hostilidades (siguen las risas).
— A lo mejor volvemos sobre ésto, a lo mejor vos tenés ganás de decir algunos pensamientos que aquella repetición te ha producido, en una de ésas ha sido la desesperación, el ansia de oír una revelación. La gente suele creer, a mi juicio erróneamente, que el que viene de afuera trae consigo unas verdades que aquí no poseemos, por ahí esperaban que vos le dijeras lo que tenían que hacer ustedes es ésto, o peor todavía, “los he encontrado bien”.
— Ambas cosas serían terribles. Yo sería un embustero tremendo en el segundo caso. Y en el primero sería un fantasma espantoso. Que sucede un poco que en momentos en que a uno no le gusta lo que tiene alrededor y no le gusta lo que ve en el espejo, le pregunta a los demás que cómo lo encuentra a uno, y entonces esperan de alguna forma algo que les ayude a superar el desagrado que sienten al mirarse al espejo. Eso cuando no pretenden alguna pócima mágica, y uno la verdad: es que en esta vida no está en otras condiciones de dar el punto de vista al cual tiene derecho con mayores o menores errores, pero yo no pretendo otra cosa cuando contesto, a mí me preguntan y yo les contesto tratando cada vez de insistir que aquello solamente es mi punto de vista, es lo que yo creo, lo único que sé es que es el mío y pido el mismo respeto para este punto de vista que doy a otros puntos de vista, que otros que dicen que son muchos más dudosos aún que las respuestas que yo doy, dentro de lo dudosas que son mis respuestas.
— Pero al menos me parece a mí que no pertenecés a esta serie de contestadores oficiales de reportajes que ya tiene respuesta estructurada y prevista en cada conferencia de prensa. A mí me gustaría entrar en un tema que con algunos podría ser espinoso. Esto no es una interviú.
— Es una charla entre amigos, muchos.
— Sí. Hay toda la idea en la Argentina y en el mundo diría yo, de que existe una actitud política correcta. En los últimos años esta actitud política que podríamos calificar como admitida en todos los foros, con mayor o menor resistencia, ha ido -me parece a mí, Juan-, girando hacia la izquierda. Y si cada vez son más los elementos que antes producían irritación, que ahora han integrado una actitud aparentemente aceptada por todo el mundo. Esto podría tomarse como un triunfo de la izquierda, a mí me da un poco de miedo eso. Tengo toda la sensación de que las ideas progresistas han sido acotadas cada vez más en unos pensamientos que más se relacionan con la cultura, con el mundo del espectáculo, con la actitud que uno puede tener hacia ciertos tipos de represiones menores, que no, por ejemplo a cosas que pensaba Marx, que imagino que no eran exactamente éstas. Dentro de esta idea aparecen como elementos importantísmos para convertir estas ideas en banderas. Estas ideas que más tienen que ver con actitud hacia el arte, que son culturales más que económicas, los artistas. Yo quiero saber cómo te llevás con lo que evidentemente en algunos foros se espera de vos. Es cierto que vos tenés opiniones absolutamente propias y hasta paradójicas, supongo yo en algún caso, y es cierto también, no sé qué te sucederá en España, pero que aquí en la Argentina hay algunos sectores no solamente una respuesta, sino una actitud militante. Me gustaría empezar una charla con eso, para ver si el artista se siente presionado con eso, en lo político y en lo artístico.
— Yo creo que esta tolerancia de la que tú hablas que socialmente existe o que la clase política en general coincida o no con estas ideas, evidentemente hablamos más de los que no coinciden porque los que coinciden ya participan de ella. Esta tolerancia que puedan tener es una tolerancia formal, porque en cuanto cualquier planteamiento profundo que tenga que ver con estas ideas, éstas pueden ponerse en práctica, es decir llega al Parlamento, llega a la Cámara, o llega sencillamente a una Junta municipal, automáticamente todo ésto desaparece y aparece otro tipo de intereses, mucho más ligados a oligarquías, a grupos de poder, a grupos mediáticos, y todo ésto queda un poco en agua de borraja. No pienso que vivamos un momento excesivamente interesante en este sentido, más bien soy bastante pesimista.
— Si no el mundo no sería cómo es. Nunca el sistema capitalista ha estado más protegido que ahora.
— Nunca la idea del monopolio ideológico ha sido tan grande como es en estos momentos, y aparte que la derecha, por decirlo de alguna forma concreta, presume en estos momentos del reproche, y de la falta de ideología, cuando debería preocuparse por la falta de adversario ideológico, porque pensar que no existe ideologías es algo tan absurdo como creer que el hombre dejó de pensar. Al fin y al cabo las ideologías no son más que el resultado del pensamiento de los individuos.
— Sin embargo vos has dicho de paso algo que es que no encontró todavía el fenómeno global una fuerza opositora como sí encontró la Revolución Industrial que se chocó contra fuertes movimientos socialistas, siempre ante una fuerza, supongamos: la Revolución Industrial, el Imperio Romano, el sistema global, aparece otra que se le opone.
— Sí, pero no ocurre de manera automática.
— Y a veces no ocurre.
— Los plazos hay que dejárselos al pensamiento del hombre y que éste tome conciencia de dónde se encuentre, qué ocurre, sea capaz de organizarse, ocurren muchas cosas, y de cualquier forma yo creo que donde el talento humano no llega y la capacidad del hombre no llega siempre está la naturaleza. La naturaleza resuelve las cosas por caminos absolutamente insospechados.
— Esta actitud política que ahora aparece como más tolerada e incluso compartida siempre que no toque la posesión de los bienes. Mientras trate de cantar canciones somos todos muy amigos, ahora cuando hay que tocar la propiedad y la posesión de los medios de producción, hay vienen ciertos inconvenientes. Pero esta actitud tuya de hace bastante tiempo no entraña un peligro para el artista?, no digo para ti, me refiero en general, no suele ocurrirle al artista demasiado comprometido, a veces por una idea legítima, suele hacer depender su arte de esa idea y a veces lo que debe ser una relación natural, uno no deja de ser quién es, supongo yo mientras está componiendo un valsesito sigue pensando lo mismo, pero hay quienes lo hacen de un modo profesional, siguiendo una receta que saben que va a tener su mercado.
— Puede ser. Existen profesionales de todo y en todos los mercados, pero yo creo que un artista se defiende por su trabajo, y si uno no tiene un background artístico que soporte el pensamiento, difícilmente el pensamiento que tú tienes lo escucharía nadie. Yo creo que de alguna manera me da una relación con la gente es fundamentalmente mi trabajo, y luego evidentemente la gente siente y sabe que no vivo mi trabajo de una manera exclusiva, como lo único que nutre mi vida, sino que siento que mi trabajo forma parte de una historia compartida y que si un hombre es capaz de escribir es porque es capaz de escuchar y de mirar y de oler y de tocar, por tanto de conocer, compartir y de querer. No me preocupa demasiado otra cosa que no sea encontrarme incómodo por lo que me está ocurriendo, de la misma manera puedo caer en la misma trampa a la que me está llevando mi propia actividad me freno enseguida y trato de plantearme donde estoy.
— En una época, en la década del ’60 más precisamente uno era un pequeñín que se asomaba a algunas ideas que andaban por ahí, entonces cada vez que uno hablaba de estas cosas aparecían unos que le decían: “No!!!, esa es la Torre de Marfil, esa es la evasión”. Yo creo que no es así, y durante mucho tiempo, no sé si te ha pasado, uno sentía ese complejo, cada vez que se metía en las cuestiones llamémosle filosóficas, metafísicas, pongamos por caso la angustia de la muerte, había un tipo en la esquina que nos decía: “Guarda que ese es un prejuicio burgués”. Y uno se preguntaba: “será que en Moscú no se mueren”.
— Yo creo que el cagazo (miedo) es un derecho humano, no sólo frente a la muerte, también frente a la vida.
— Yo formo parte de una pequeña sociedad que te invito a integrar, es la Sociedad de Miedosos de la Avenida de Mayo (calle en donde se encuentra el café en que Dolina transmite su programa todas las noches) y estamos buscando todos los días cosas para tener miedo. Tenemos miedo a la muerte, a la enfermedad, al paso del tiempo, a la detención del paso del tiempo, que es peor todavía, si el paso del tiempo es angustiante, la detención del paso del tiempo sería mortal. También le tenemos miedo a las mujeres, a los hombres, al amor, al desamor, cada día encontramos en nuestras reuniones, que hacemos cada vez menos porque nos dan miedo, (risas) motivos para temer, pero a mí me parece que el arte es hijo del temor, de la ausencia, y de la carencia. ¿Si uno tuviera todo, será así ésto?
— Apúntame en ese club y yo añadiría también miedo de la observación y del trabajo.
— Aquí, en este programa simpatizamos mucho con esa idea del trabajo y del rigor, hay algunos, así como hay Nihilistas en la esquina, hay también algunos en la mitad de la cuadra que dicen: “Pero es mejor expresarse, lo espontáneo, déjate ser, no importa si tocás mal la guitarra”. La improvisación, no es el resultado de Serrat todo el músico, no, no se le ocurrió en ese rato, se le ocurrió en ese rato más en cuarenta años, donde el tipo ya sabía la secuencia de acordes, adquiere una lógica, una digitación, y entonces viene e improvisa. Hay un músico que decía que “el arte tiene dos enemigos: la rutina y la improvisación”.
— Y eso que no contaba con los críticos... (risas)
— ¿Cómo te llevás con la crítica? Especialmente con algunas revistas.
— Hace poco salió una campaña publicitaria en España que aparecía un actor inglés muy famoso que yo no sé cómo se llama. El tipo salía anunciando un whisky y ponían al lado: “Estoy empezando a preocuparme porque la crítica habla bien de mí”. Son estos anuncios modernos que uno acaba no entendiendo nada. No entiendes ni la frase aquélla, ni la cara de aquel hombre ni el whisky que está anunciando. Cuando uno habla de la crítica o cuando uno dice que el crítico no es ni más ni menos que un individuo que da su punto de vista respecto a las cosas y lo único que lo diferencia de los demás individuos que hayan podido escuchar, ver aquello, si es que ellos han escuchado o visto aquello, la única diferencia que hay es que cada uno da su punto de vista, y la gente cree que esto lo dices porque te han hecho una mala crítica, y no hombre, yo hablo de las buenas, las que halagan. Y las que halagan son tan destructoras, tan miserables y tan dudosas, como los que te dan un palo.
— No será que la función del crítico no es tanto aprobar o desaprobar. Borges decía algo interesante, él decía que el elogio y el denuesto pertenecían más bien al área de los sentimientos. Un crítico en todo caso debía tratar de explicar la obra, a ver cuáles eran los procedimientos, a ver cuáles eran el género que ofrecía.
— Pero Borges tenía muy mala leche, fíjate tú que a la mala leche que trae que un hombre diga que un crítico debe saber analizar, razonar explicar por qué suceden, explicar las analogías y las diferencias, me parece que está confundiendo el término, esto no sería un crítico, sería un maestro, y no todos los maestros suelen escribir en los periódicos.
— En los periódicos suele predominar un procedimiento que consiste en darle al artista tres estrellas, dos campanas, tres tomates, o cinco pomelos, con lo cual se pierden los matices, sólo hay cinco maneras de ver a un artista, con una, dos, tres o cuatro mandarinas. A mí no me parece que esa debiera ser la crítica tampoco, porque no esclarece. Te gustó tal obra: y le di cuatro bergamotas. Yo que he oído mucho los reportajes que se te hacen, por ejemplo: aquí tenemos el convencimiento de que vos cuando componés vos escribís primero la letra, aunque no siempre.
— A mí me parece más natural escribir, no digo todo, pero sí el contexto del texto, y luego empezar el desarrollo musical.
— Vos tenés la ventaja que como manejás las dos formas lo podés hacer al mismo tiempo.
— Sí, hago juego con ésto. Las veces que he trabajado con otros autores se me ha hecho más difícil trabajar, digamos por ejemplo: con la poesía de Hernández más que con la de Benedetti: con Benedetti podía hablar por teléfono.
— De todos modos vos creo que has manejado un metro muy difícil como es el soneto y sin embargo hay melodías que salen como el "Soneto a mamá", con mucha fluidez, y es raro eso.
— Hay uno que me gusta mucho a mí. Es un soneto de Miguel Hernández al que le puse música que realmente me dejó muy satisfecho. Creo que el soneto es muy difícil, pero es muy agradecido cuando está bien.
— ¿Cuál es el soneto de Hernández?
— “Umbrío por la pena” (aquí Serrat interpreta algunos versos del mismo).
— Cómo te llevas tú con la España, no la España de Franco, yo diría que es la España de Unamuno, ¿cómo te llevás con esa España artística, y en la música?
— Yo me llevo como con todo lo que forma parte de uno, me llevo con contradicciones. Me llevo con la natural contradicción con la que se lleva uno, pero que no le gusta en parte, en lo que ha nacido, pero que no entiende muy bien, en lo que tiene bronca pero que ama irremediablemente, porque forma parte del decorado de su vida, forma los perfumes de su vida, y forman las líneas más entrañables de su vida, me llevo con amores y desamores enfrentados constantemente, con certezas y con dudas, más de lo segundo que de lo primero.
— ¿Y la Argentina es un campo de estas contradicciones?
— La Argentina es una prolongación de estas contradicciones. Evidentemente que aquí no puedo obviar, no tengo dos vidas, tengo una que tiene un camino y un único sentido, y por tanto, están unidos absolutamente.
— El amigo es -me parece a mí- mucho más que un conocedor que conoce la vida argentina, conoce la vida de este país como propia, y le es propia. Hay desde luego ciertas cortesías mundanas que le impiden al visitante, ejercitar aquello que de más amoroso tiene en su relación, por ejemplo con la Argentina. Hay cosas que no podrías decir, que te producen encono, porque también hay una proximidad espiritual, sin embargo en una entrevista vos no podrías decir: “Qué quiere con ésto, vine mil veces, nunca lo he encontrado bien”.
— Es así. Uno procura también que esta cortesía mundana limitara lo menos posible porque yo creo que la gente se merece algo más que la cortesía mundana.
— Hay una forma artística cortés y mundana que es también por lo general la forma artística de la industria. Es decir, la industria trata de producir unos fenómenos artísticos, ¿por cortesía? No, para no dejar a nadie afuera, para que nadie deje de ser de entrada un posible comprador, tenemos que ser sencillos, no sea cosa que la complejidad deje a algún tipo afuera, a ver si para entender un determinado fenómeno artístico, un libro, una canción, hay que hacer un esfuerzo, hay cinco o seis que han quedado afuera. Vos sos un artista exitoso, para la industria me imagino que serás un tipo que vende bien.
— Debe ser porque han reeditado mi obra, y cuando reeditan la obra de uno, quiere decir que la venden.
— Sin embargo, tu arte es un arte complejo, es popular. No sale todos los días un tipo que grabó un disco con poemas de Antonio Machado.
— Me gustaría separar entre la sencillez y la estupidez. A veces hay una cierta tendencia a confundir esto. Yo creo que las obras más hermosas que se han producido son sumamente elaboradas, con un trabajo brutal por parte del autor, pero donde el autor ha buscado siempre que el resultado final tuviera una aparente sencillez que le permitiera introducirse en las vísperas de la gente con normalidad, porque si no es muy difícil llegar a la emoción si tienes que estar rompiéndote la cabeza como un loco tratando de analizar preposiciones, sustantivos y conjugaciones, y no te llega la emoción.
— Son los tipos que aparecen como oscuros porque tienen una prosa imposible de leer. Los autores más complejos son, paradójicamente, en estos tiempos. Borges es un hombre de una prosa absolutamente clara, muy sencilla, bueno, después maneja unas ideas que son complejas, pero las presenta del modo más claro, matemático y ordenado posible. Al margen de eses verdades, es cierto que si apareciera un hombre sin tu trayectoria con los apetitos de excelencia, con el manejo de cierta colección de ideas, con la conexión con antiguos, mucha bolilla no le darían. ¿En qué momento a vos te presionó la industria, si es que te presionó en alguno?
— Yo tuve suerte de empezar formando parte de un movimiento de canciones. El cantar en catalán no era solamente un hecho de expresión natural, dado que vivíamos en una España monocultural, donde lo catalán, lo gallego, lo vasco, estaban escondidos debajo de las piedras y solamente se salvaba porque se hablaban en las calles. No existían como idiomas oficiales y mucho menos reconocidos. Y el hecho de cantar en catalán era ya un hecho, de alguna manera enfrentamiento a la dictadura, y esto, daba unos márgenes de libertad de trabajo que no se los podía dar a otros que en otras circunstancias hubiera podido volcarse, porque quizá uno de los defectos más discutidos con gente de la industria, con gente inteligente, sensible, que la hay, es que cuando aparece un muchacho con un trabajo nuevo, brillante, un trabajo que le costado varios años de elaboración y tiene la fortuna de tener un éxito con este trabajo, automáticamente le están pidiendo otro trabajo, y además con urgencia, con lo cual lo exprimen a unas velocidades, que probablemente no va a poder responder, a no ser que sea un tipo de una solidez insólita a edades tempranas industria es muy responsable de casos de elementos muy valiosos que se pierden, aparte de las tentaciones que conlleva todo eso. No es cuestión de que te pongan una pistola en la cabeza y mañana te digan: “Mañana vas a hacer un disco”. Te ponen una posibilidad de giras, una cantidad de cosas a una distancia inmediata que no está realmente bien. Pues, entonces hay una pérdida de gente muy valiosa. No siempre se encuentra en las compañías con gente sensible en este sentido para ser capaz de conducir un proceso de este tipo, que necesita una cierta conducción.
— De todos modos el resistirse a esas tentaciones no solamente es un procedimiento ético, sino también, a la larga, es un buen negocio. Uno dice: “Bueno, caramba, a cuánto renuncié...!”, a lo mejor no he hecho una apuesta inmediata, sino a más largo plazo.
— Bueno, Negro, ha sido un gusto estar en esta casa con tan buena gente.
— Ha sido una de las grandes alegrías que hemos tenido en este foro: el tenerte a ti.
— Yo no quería irme sin pasar por el Tortoni.
— ¿Cuándo te vas?
— El domingo ya viajo a Chile, pero el sábado tengo el concierto de Atlanta.
— Una última pregunta: ¿es un concierto complicado para un tipo cantar en una cancha de fútbol? A mí no me gusta cantar en las canchas de fútbol, sale mal, uno canta y a los diez segundos está uno mismo que se contesta allá en el último parlante. La gente está poniendo cara de emoción por una emoción que uno ya no siente.
— Ustedes aplaudan (dirigiéndose al público) que van a fomentar la incultura de este 'Negro' porque él desconoce que existen unos aparatos que se llaman deelites.
— No me los alquilan, a mí me encajan cualquier cosa...
— No, yo también estoy de acuerdo, las canchas de fútbol son para jugar al fútbol, y no todas sirven para eso, pero realmente la posibilidad que tiene en una cancha de fútbol, no la tienes en un teatro en cuanto a la gente.
— La posibilidad que entre alguno que no le alcanza para el teatro.
— El gesto en una cancha de fútbol desaparece, el gesto que es algo, -tú que te dedicas al teatro sabes perfectamente la importancia que tiene-, desaparece el matiz, pero bueno, aparece otro tipo de relación, más vibrante, se produce una comunión mucho mayor.
— ¿Vos no cantás distinto?
— Sí, pero aunque no quieras, si estás oyendo un sonido que es distinto, tú cantas distinto. Un profesional tiene que aprender a ajustar estas cosas realmente para hacerlas lo más normales posibles y sobre todo, tratar de que la gente no se entere estas cosas que estamos hablando ahora. Ha sido un gusto estar aquí con ustedes, chau !!!.
«La venganza será terrible» 21 de Noviembre de 2000
Fuente: www.jmserrat.com
Desgrabada por: Darío Biselli. Rosario, Argentina.-
El martes 21 de noviembre el Olimpo de los Dioses dejó ver una de sus sucursales en la Tierra. En un café de la ciudad de Buenos Aires, Alejandro Dolina y Joan Manuel Serrat mantuvieron una charla íntima, privada, pero a la vez, con público, en la que se trataron todos los temas que no pueden faltar entre dos caballeros de esta raza. La de dos hombres sabios, talentosos y nobles.
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Una charla entre dos amigos
Este diálogo fue mantenido en el programa que conduce Alejandro Dolina, junto a Guillermo Stronatti y Gabriel Rolón, “La venganza será terrible” que se emite por Radio Continental de Argentina de lunes a viernes de 0 a 2 de la madrugada con la particularidad de que se realiza en el Café Tortoni, uno de los cafés más antiguos y tradicionales del país con un público promedio de 300 personas por día. Sorpresivamente, la charla ocurrió por iniciativa de Serrat, quien horas antes de la visita, llamó a la producción de Dolina para "invitarse" al programa.
— Estamos con Juan Serrat, y si vos lo permitís vamos a charlar un rato contigo, ¿está bien?
— Pues hombre, a eso hemos venido.
— Es una tentación espantosa que siento en este acto, la de comenzar con una pregunta que tiene significado para muchos de nosotros. Cada vez que aquí fingimos o que alguien te nombra por alguna razón, o porque alguien hace un comentario, nosotros fingimos un reportaje, y entonces te preguntamos: ¿Cómo has encontrado la Argentina?
— Ya me lo temía... (risas)
— Yo vine a enterarme el otro día de lo siguiente: el hombre ha estado en una conferencia de prensa, ¿y entonces qué sucedió?
— Me preguntaron cómo había encontrado la Argentina, y yo dije que ya había contestado varias veces esa pregunta pero que no me importaba volverla a contestar. Pero al cabo de dos minutos, otro periodista me volvió a preguntar de nuevo que cómo había encontrado la Argentina. Y yo le dije: ya lo acabo de contestar a esta señorita, como vi la cara de desaprobación de aquel hombre, pensé que era mucho más corto volver a contestar. . .y volví a contestar exactamente lo mismo (más risas...) y no se lo creerán ustedes pero en la misma conferencia de prensa, sentados alrededor de una mesa no más de veinte personas, me volvieron a preguntar cómo había encontrado la Argentina. O sea que te agradezco mucho, Negro, que me hayas hecho esta pregunta para iniciar las hostilidades (siguen las risas).
— A lo mejor volvemos sobre ésto, a lo mejor vos tenés ganás de decir algunos pensamientos que aquella repetición te ha producido, en una de ésas ha sido la desesperación, el ansia de oír una revelación. La gente suele creer, a mi juicio erróneamente, que el que viene de afuera trae consigo unas verdades que aquí no poseemos, por ahí esperaban que vos le dijeras lo que tenían que hacer ustedes es ésto, o peor todavía, “los he encontrado bien”.
— Ambas cosas serían terribles. Yo sería un embustero tremendo en el segundo caso. Y en el primero sería un fantasma espantoso. Que sucede un poco que en momentos en que a uno no le gusta lo que tiene alrededor y no le gusta lo que ve en el espejo, le pregunta a los demás que cómo lo encuentra a uno, y entonces esperan de alguna forma algo que les ayude a superar el desagrado que sienten al mirarse al espejo. Eso cuando no pretenden alguna pócima mágica, y uno la verdad: es que en esta vida no está en otras condiciones de dar el punto de vista al cual tiene derecho con mayores o menores errores, pero yo no pretendo otra cosa cuando contesto, a mí me preguntan y yo les contesto tratando cada vez de insistir que aquello solamente es mi punto de vista, es lo que yo creo, lo único que sé es que es el mío y pido el mismo respeto para este punto de vista que doy a otros puntos de vista, que otros que dicen que son muchos más dudosos aún que las respuestas que yo doy, dentro de lo dudosas que son mis respuestas.
— Pero al menos me parece a mí que no pertenecés a esta serie de contestadores oficiales de reportajes que ya tiene respuesta estructurada y prevista en cada conferencia de prensa. A mí me gustaría entrar en un tema que con algunos podría ser espinoso. Esto no es una interviú.
— Es una charla entre amigos, muchos.
— Sí. Hay toda la idea en la Argentina y en el mundo diría yo, de que existe una actitud política correcta. En los últimos años esta actitud política que podríamos calificar como admitida en todos los foros, con mayor o menor resistencia, ha ido -me parece a mí, Juan-, girando hacia la izquierda. Y si cada vez son más los elementos que antes producían irritación, que ahora han integrado una actitud aparentemente aceptada por todo el mundo. Esto podría tomarse como un triunfo de la izquierda, a mí me da un poco de miedo eso. Tengo toda la sensación de que las ideas progresistas han sido acotadas cada vez más en unos pensamientos que más se relacionan con la cultura, con el mundo del espectáculo, con la actitud que uno puede tener hacia ciertos tipos de represiones menores, que no, por ejemplo a cosas que pensaba Marx, que imagino que no eran exactamente éstas. Dentro de esta idea aparecen como elementos importantísmos para convertir estas ideas en banderas. Estas ideas que más tienen que ver con actitud hacia el arte, que son culturales más que económicas, los artistas. Yo quiero saber cómo te llevás con lo que evidentemente en algunos foros se espera de vos. Es cierto que vos tenés opiniones absolutamente propias y hasta paradójicas, supongo yo en algún caso, y es cierto también, no sé qué te sucederá en España, pero que aquí en la Argentina hay algunos sectores no solamente una respuesta, sino una actitud militante. Me gustaría empezar una charla con eso, para ver si el artista se siente presionado con eso, en lo político y en lo artístico.
— Yo creo que esta tolerancia de la que tú hablas que socialmente existe o que la clase política en general coincida o no con estas ideas, evidentemente hablamos más de los que no coinciden porque los que coinciden ya participan de ella. Esta tolerancia que puedan tener es una tolerancia formal, porque en cuanto cualquier planteamiento profundo que tenga que ver con estas ideas, éstas pueden ponerse en práctica, es decir llega al Parlamento, llega a la Cámara, o llega sencillamente a una Junta municipal, automáticamente todo ésto desaparece y aparece otro tipo de intereses, mucho más ligados a oligarquías, a grupos de poder, a grupos mediáticos, y todo ésto queda un poco en agua de borraja. No pienso que vivamos un momento excesivamente interesante en este sentido, más bien soy bastante pesimista.
— Si no el mundo no sería cómo es. Nunca el sistema capitalista ha estado más protegido que ahora.
— Nunca la idea del monopolio ideológico ha sido tan grande como es en estos momentos, y aparte que la derecha, por decirlo de alguna forma concreta, presume en estos momentos del reproche, y de la falta de ideología, cuando debería preocuparse por la falta de adversario ideológico, porque pensar que no existe ideologías es algo tan absurdo como creer que el hombre dejó de pensar. Al fin y al cabo las ideologías no son más que el resultado del pensamiento de los individuos.
— Sin embargo vos has dicho de paso algo que es que no encontró todavía el fenómeno global una fuerza opositora como sí encontró la Revolución Industrial que se chocó contra fuertes movimientos socialistas, siempre ante una fuerza, supongamos: la Revolución Industrial, el Imperio Romano, el sistema global, aparece otra que se le opone.
— Sí, pero no ocurre de manera automática.
— Y a veces no ocurre.
— Los plazos hay que dejárselos al pensamiento del hombre y que éste tome conciencia de dónde se encuentre, qué ocurre, sea capaz de organizarse, ocurren muchas cosas, y de cualquier forma yo creo que donde el talento humano no llega y la capacidad del hombre no llega siempre está la naturaleza. La naturaleza resuelve las cosas por caminos absolutamente insospechados.
— Esta actitud política que ahora aparece como más tolerada e incluso compartida siempre que no toque la posesión de los bienes. Mientras trate de cantar canciones somos todos muy amigos, ahora cuando hay que tocar la propiedad y la posesión de los medios de producción, hay vienen ciertos inconvenientes. Pero esta actitud tuya de hace bastante tiempo no entraña un peligro para el artista?, no digo para ti, me refiero en general, no suele ocurrirle al artista demasiado comprometido, a veces por una idea legítima, suele hacer depender su arte de esa idea y a veces lo que debe ser una relación natural, uno no deja de ser quién es, supongo yo mientras está componiendo un valsesito sigue pensando lo mismo, pero hay quienes lo hacen de un modo profesional, siguiendo una receta que saben que va a tener su mercado.
— Puede ser. Existen profesionales de todo y en todos los mercados, pero yo creo que un artista se defiende por su trabajo, y si uno no tiene un background artístico que soporte el pensamiento, difícilmente el pensamiento que tú tienes lo escucharía nadie. Yo creo que de alguna manera me da una relación con la gente es fundamentalmente mi trabajo, y luego evidentemente la gente siente y sabe que no vivo mi trabajo de una manera exclusiva, como lo único que nutre mi vida, sino que siento que mi trabajo forma parte de una historia compartida y que si un hombre es capaz de escribir es porque es capaz de escuchar y de mirar y de oler y de tocar, por tanto de conocer, compartir y de querer. No me preocupa demasiado otra cosa que no sea encontrarme incómodo por lo que me está ocurriendo, de la misma manera puedo caer en la misma trampa a la que me está llevando mi propia actividad me freno enseguida y trato de plantearme donde estoy.
— En una época, en la década del ’60 más precisamente uno era un pequeñín que se asomaba a algunas ideas que andaban por ahí, entonces cada vez que uno hablaba de estas cosas aparecían unos que le decían: “No!!!, esa es la Torre de Marfil, esa es la evasión”. Yo creo que no es así, y durante mucho tiempo, no sé si te ha pasado, uno sentía ese complejo, cada vez que se metía en las cuestiones llamémosle filosóficas, metafísicas, pongamos por caso la angustia de la muerte, había un tipo en la esquina que nos decía: “Guarda que ese es un prejuicio burgués”. Y uno se preguntaba: “será que en Moscú no se mueren”.
— Yo creo que el cagazo (miedo) es un derecho humano, no sólo frente a la muerte, también frente a la vida.
— Yo formo parte de una pequeña sociedad que te invito a integrar, es la Sociedad de Miedosos de la Avenida de Mayo (calle en donde se encuentra el café en que Dolina transmite su programa todas las noches) y estamos buscando todos los días cosas para tener miedo. Tenemos miedo a la muerte, a la enfermedad, al paso del tiempo, a la detención del paso del tiempo, que es peor todavía, si el paso del tiempo es angustiante, la detención del paso del tiempo sería mortal. También le tenemos miedo a las mujeres, a los hombres, al amor, al desamor, cada día encontramos en nuestras reuniones, que hacemos cada vez menos porque nos dan miedo, (risas) motivos para temer, pero a mí me parece que el arte es hijo del temor, de la ausencia, y de la carencia. ¿Si uno tuviera todo, será así ésto?
— Apúntame en ese club y yo añadiría también miedo de la observación y del trabajo.
— Aquí, en este programa simpatizamos mucho con esa idea del trabajo y del rigor, hay algunos, así como hay Nihilistas en la esquina, hay también algunos en la mitad de la cuadra que dicen: “Pero es mejor expresarse, lo espontáneo, déjate ser, no importa si tocás mal la guitarra”. La improvisación, no es el resultado de Serrat todo el músico, no, no se le ocurrió en ese rato, se le ocurrió en ese rato más en cuarenta años, donde el tipo ya sabía la secuencia de acordes, adquiere una lógica, una digitación, y entonces viene e improvisa. Hay un músico que decía que “el arte tiene dos enemigos: la rutina y la improvisación”.
— Y eso que no contaba con los críticos... (risas)
— ¿Cómo te llevás con la crítica? Especialmente con algunas revistas.
— Hace poco salió una campaña publicitaria en España que aparecía un actor inglés muy famoso que yo no sé cómo se llama. El tipo salía anunciando un whisky y ponían al lado: “Estoy empezando a preocuparme porque la crítica habla bien de mí”. Son estos anuncios modernos que uno acaba no entendiendo nada. No entiendes ni la frase aquélla, ni la cara de aquel hombre ni el whisky que está anunciando. Cuando uno habla de la crítica o cuando uno dice que el crítico no es ni más ni menos que un individuo que da su punto de vista respecto a las cosas y lo único que lo diferencia de los demás individuos que hayan podido escuchar, ver aquello, si es que ellos han escuchado o visto aquello, la única diferencia que hay es que cada uno da su punto de vista, y la gente cree que esto lo dices porque te han hecho una mala crítica, y no hombre, yo hablo de las buenas, las que halagan. Y las que halagan son tan destructoras, tan miserables y tan dudosas, como los que te dan un palo.
— No será que la función del crítico no es tanto aprobar o desaprobar. Borges decía algo interesante, él decía que el elogio y el denuesto pertenecían más bien al área de los sentimientos. Un crítico en todo caso debía tratar de explicar la obra, a ver cuáles eran los procedimientos, a ver cuáles eran el género que ofrecía.
— Pero Borges tenía muy mala leche, fíjate tú que a la mala leche que trae que un hombre diga que un crítico debe saber analizar, razonar explicar por qué suceden, explicar las analogías y las diferencias, me parece que está confundiendo el término, esto no sería un crítico, sería un maestro, y no todos los maestros suelen escribir en los periódicos.
— En los periódicos suele predominar un procedimiento que consiste en darle al artista tres estrellas, dos campanas, tres tomates, o cinco pomelos, con lo cual se pierden los matices, sólo hay cinco maneras de ver a un artista, con una, dos, tres o cuatro mandarinas. A mí no me parece que esa debiera ser la crítica tampoco, porque no esclarece. Te gustó tal obra: y le di cuatro bergamotas. Yo que he oído mucho los reportajes que se te hacen, por ejemplo: aquí tenemos el convencimiento de que vos cuando componés vos escribís primero la letra, aunque no siempre.
— A mí me parece más natural escribir, no digo todo, pero sí el contexto del texto, y luego empezar el desarrollo musical.
— Vos tenés la ventaja que como manejás las dos formas lo podés hacer al mismo tiempo.
— Sí, hago juego con ésto. Las veces que he trabajado con otros autores se me ha hecho más difícil trabajar, digamos por ejemplo: con la poesía de Hernández más que con la de Benedetti: con Benedetti podía hablar por teléfono.
— De todos modos vos creo que has manejado un metro muy difícil como es el soneto y sin embargo hay melodías que salen como el "Soneto a mamá", con mucha fluidez, y es raro eso.
— Hay uno que me gusta mucho a mí. Es un soneto de Miguel Hernández al que le puse música que realmente me dejó muy satisfecho. Creo que el soneto es muy difícil, pero es muy agradecido cuando está bien.
— ¿Cuál es el soneto de Hernández?
— “Umbrío por la pena” (aquí Serrat interpreta algunos versos del mismo).
— Cómo te llevas tú con la España, no la España de Franco, yo diría que es la España de Unamuno, ¿cómo te llevás con esa España artística, y en la música?
— Yo me llevo como con todo lo que forma parte de uno, me llevo con contradicciones. Me llevo con la natural contradicción con la que se lleva uno, pero que no le gusta en parte, en lo que ha nacido, pero que no entiende muy bien, en lo que tiene bronca pero que ama irremediablemente, porque forma parte del decorado de su vida, forma los perfumes de su vida, y forman las líneas más entrañables de su vida, me llevo con amores y desamores enfrentados constantemente, con certezas y con dudas, más de lo segundo que de lo primero.
— ¿Y la Argentina es un campo de estas contradicciones?
— La Argentina es una prolongación de estas contradicciones. Evidentemente que aquí no puedo obviar, no tengo dos vidas, tengo una que tiene un camino y un único sentido, y por tanto, están unidos absolutamente.
— El amigo es -me parece a mí- mucho más que un conocedor que conoce la vida argentina, conoce la vida de este país como propia, y le es propia. Hay desde luego ciertas cortesías mundanas que le impiden al visitante, ejercitar aquello que de más amoroso tiene en su relación, por ejemplo con la Argentina. Hay cosas que no podrías decir, que te producen encono, porque también hay una proximidad espiritual, sin embargo en una entrevista vos no podrías decir: “Qué quiere con ésto, vine mil veces, nunca lo he encontrado bien”.
— Es así. Uno procura también que esta cortesía mundana limitara lo menos posible porque yo creo que la gente se merece algo más que la cortesía mundana.
— Hay una forma artística cortés y mundana que es también por lo general la forma artística de la industria. Es decir, la industria trata de producir unos fenómenos artísticos, ¿por cortesía? No, para no dejar a nadie afuera, para que nadie deje de ser de entrada un posible comprador, tenemos que ser sencillos, no sea cosa que la complejidad deje a algún tipo afuera, a ver si para entender un determinado fenómeno artístico, un libro, una canción, hay que hacer un esfuerzo, hay cinco o seis que han quedado afuera. Vos sos un artista exitoso, para la industria me imagino que serás un tipo que vende bien.
— Debe ser porque han reeditado mi obra, y cuando reeditan la obra de uno, quiere decir que la venden.
— Sin embargo, tu arte es un arte complejo, es popular. No sale todos los días un tipo que grabó un disco con poemas de Antonio Machado.
— Me gustaría separar entre la sencillez y la estupidez. A veces hay una cierta tendencia a confundir esto. Yo creo que las obras más hermosas que se han producido son sumamente elaboradas, con un trabajo brutal por parte del autor, pero donde el autor ha buscado siempre que el resultado final tuviera una aparente sencillez que le permitiera introducirse en las vísperas de la gente con normalidad, porque si no es muy difícil llegar a la emoción si tienes que estar rompiéndote la cabeza como un loco tratando de analizar preposiciones, sustantivos y conjugaciones, y no te llega la emoción.
— Son los tipos que aparecen como oscuros porque tienen una prosa imposible de leer. Los autores más complejos son, paradójicamente, en estos tiempos. Borges es un hombre de una prosa absolutamente clara, muy sencilla, bueno, después maneja unas ideas que son complejas, pero las presenta del modo más claro, matemático y ordenado posible. Al margen de eses verdades, es cierto que si apareciera un hombre sin tu trayectoria con los apetitos de excelencia, con el manejo de cierta colección de ideas, con la conexión con antiguos, mucha bolilla no le darían. ¿En qué momento a vos te presionó la industria, si es que te presionó en alguno?
— Yo tuve suerte de empezar formando parte de un movimiento de canciones. El cantar en catalán no era solamente un hecho de expresión natural, dado que vivíamos en una España monocultural, donde lo catalán, lo gallego, lo vasco, estaban escondidos debajo de las piedras y solamente se salvaba porque se hablaban en las calles. No existían como idiomas oficiales y mucho menos reconocidos. Y el hecho de cantar en catalán era ya un hecho, de alguna manera enfrentamiento a la dictadura, y esto, daba unos márgenes de libertad de trabajo que no se los podía dar a otros que en otras circunstancias hubiera podido volcarse, porque quizá uno de los defectos más discutidos con gente de la industria, con gente inteligente, sensible, que la hay, es que cuando aparece un muchacho con un trabajo nuevo, brillante, un trabajo que le costado varios años de elaboración y tiene la fortuna de tener un éxito con este trabajo, automáticamente le están pidiendo otro trabajo, y además con urgencia, con lo cual lo exprimen a unas velocidades, que probablemente no va a poder responder, a no ser que sea un tipo de una solidez insólita a edades tempranas industria es muy responsable de casos de elementos muy valiosos que se pierden, aparte de las tentaciones que conlleva todo eso. No es cuestión de que te pongan una pistola en la cabeza y mañana te digan: “Mañana vas a hacer un disco”. Te ponen una posibilidad de giras, una cantidad de cosas a una distancia inmediata que no está realmente bien. Pues, entonces hay una pérdida de gente muy valiosa. No siempre se encuentra en las compañías con gente sensible en este sentido para ser capaz de conducir un proceso de este tipo, que necesita una cierta conducción.
— De todos modos el resistirse a esas tentaciones no solamente es un procedimiento ético, sino también, a la larga, es un buen negocio. Uno dice: “Bueno, caramba, a cuánto renuncié...!”, a lo mejor no he hecho una apuesta inmediata, sino a más largo plazo.
— Bueno, Negro, ha sido un gusto estar en esta casa con tan buena gente.
— Ha sido una de las grandes alegrías que hemos tenido en este foro: el tenerte a ti.
— Yo no quería irme sin pasar por el Tortoni.
— ¿Cuándo te vas?
— El domingo ya viajo a Chile, pero el sábado tengo el concierto de Atlanta.
— Una última pregunta: ¿es un concierto complicado para un tipo cantar en una cancha de fútbol? A mí no me gusta cantar en las canchas de fútbol, sale mal, uno canta y a los diez segundos está uno mismo que se contesta allá en el último parlante. La gente está poniendo cara de emoción por una emoción que uno ya no siente.
— Ustedes aplaudan (dirigiéndose al público) que van a fomentar la incultura de este 'Negro' porque él desconoce que existen unos aparatos que se llaman deelites.
— No me los alquilan, a mí me encajan cualquier cosa...
— No, yo también estoy de acuerdo, las canchas de fútbol son para jugar al fútbol, y no todas sirven para eso, pero realmente la posibilidad que tiene en una cancha de fútbol, no la tienes en un teatro en cuanto a la gente.
— La posibilidad que entre alguno que no le alcanza para el teatro.
— El gesto en una cancha de fútbol desaparece, el gesto que es algo, -tú que te dedicas al teatro sabes perfectamente la importancia que tiene-, desaparece el matiz, pero bueno, aparece otro tipo de relación, más vibrante, se produce una comunión mucho mayor.
— ¿Vos no cantás distinto?
— Sí, pero aunque no quieras, si estás oyendo un sonido que es distinto, tú cantas distinto. Un profesional tiene que aprender a ajustar estas cosas realmente para hacerlas lo más normales posibles y sobre todo, tratar de que la gente no se entere estas cosas que estamos hablando ahora. Ha sido un gusto estar aquí con ustedes, chau !!!.
«La venganza será terrible» 21 de Noviembre de 2000
Fuente: www.jmserrat.com
Desgrabada por: Darío Biselli. Rosario, Argentina.-
Hola, me encantó esta entrevista.
ResponderBorrarAle.
Ignacio: me gustaría que citaras la fuente de esta entrevista. La desgrabé yo hace ya varios años de Radio Continental ( te cuento que me llevó varias noches desgrabar la charla. . .), y vos la "tomaste prestada" del sitio web oficial de Joan Manuel Serrat, HYPERLINK www.jmserrat.com www.jmserrat.com.-
ResponderBorrarRuego te detengas antes de extraer una nota o lo que fuera para citar el sitio del cual tomás dicho material.-
Darío Biselli.-
Rosario, Argentina.-
dabiselli@yahoo.com
Hola Darío, cómo verás en el resto de las notas en el blog, suelo citar la fuente y poner el link, en este caso no lo hice la verdad porque la entrevista la copié mucho antes de hacer el blog y la tenía en un archivo en Word al igual que muchas otras, cuando decidí publicarlas en el blog no tenía las fuentes de todas, por eso el nombre del Blog es entrevistas Dolina, era una colecciín de revistas que había recolectado de la web.
ResponderBorrarNo hace falta que me digas lo que es desgrabar una charla, y mucho menos del Negro, yo también he pasado muchas tardes y noches grabando y desgrabando, se muy bien lo que significa.
Aclarado esto pondré todos los datos que me pasaste al pie de la nota. Si esto no fuere suficiente quitaré la nota y y la desgrabaré yo mismo, puesto que tengo la nota grabada.
Un abrazo a la distancia.
Ignacio
Bs. As. Argentina